Guillermo Estrada Villaverde: la integridad del carlista

Edificio histórico de la universidad de Oviedo, de la que fue catedrático Guillermo Estrada Villaverde. Foto Saudade.

El pasado 23 de mayo los carlistas, y especialmente los carlistas asturianos, celebramos la efeméride del nacimiento en 1834 del insigne carlista ovetense Guillermo Estrada Villaverde.

Don Guillermo fue un jurista brillante, ligado siempre a la Universidad de Oviedo siguiendo la estela de sus antepasados. Fue académico correspondiente de la Real Academia de Historia y perteneció a multitud de instituciones culturales y educativas.

Hombre de fecunda religiosidad, fundó en Oviedo las Conferencias de San Vicente de Paúl y se entregó a ellas hasta que fueron suprimidas tras la Revolución de 1868. Contrajo matrimonio con Marcelina Acebal, hija del célebre carlista y «príncipe de los poetas asturianos» Juan María Acebal. De su matrimonio nacieron ocho hijos, uno de los cuales, Guillermo Estrada Acebal, heredaría su vocación jurídica y política y llegaría a Secretario General de la universidad asturiana.

La adhesión al carlismo de Guillermo Estrada Villaverde fue una adhesión enteramente racional. Fue en su etapa de estudiante, sumergido en las lecciones de Derecho Político, cuando adquirió el convencimiento jurídico de que la razón en el pleito dinástico correspondía al infante Don Carlos y no a Doña Isabel. Y en esto radica la luz de su ejemplo y la actualidad de su testimonio: don Guillermo fue un carlista que reacciona ante la injusticia convencido por la razón. 

Esta reacción empujó a don Guillermo a una incansable propaganda de la causa carlista fundando periódicos como La Unidad o Las Libertades y colaborando con otros muchos como El Faro Asturiano o La Esperanza, cabecera que ahora acoge estas líneas. Su militancia le llevó como diputado a las Cortes en dos ocasiones, etapa en que defendió con brillante oratoria la unidad católica y los derechos de la Iglesia.

Destacó como líder del carlismo en Asturias y llegó a ser secretario de Don Carlos VII y de Doña Margarita acompañándolos en el exilio. Fue también preceptor del príncipe Don Jaime (más tarde Jaime III). Una fecha será siempre recordada por los carlistas asturianos: el 2 de agosto de 1870, día en que, continuando la solemne tradición, don Guillermo condecoró al recién nacido Príncipe de Asturias con la Cruz de la Victoria. Lo hizo en nombre y representación de los carlistas asturianos y así respondió Don Carlos VII:

«Gracias a Asturias por su entusiasta manifestación de fidelidad y por el rico don que desde este momento adorna el pecho del tierno Príncipe que lleva el título con que el mundo conoce desde antiguo a los herederos de la Corona de España».

En 1869, un año antes de aquella condecoración, don Guillermo fue destituido de su cátedra –que recuperaría más tarde, pero sin la antigüedad correspondiente- por negarse a jurar la Constitución, circunstancia que le trajo penurias económicas que soportó con insobornable resignación hasta su muerte, el 27 de diciembre de 1897. Leopoldo Alas «Clarín», que aún desde las antípodas ideológicas sentía profunda admiración por su compañero de claustro, dijo de él que si hubiera querido hubiese sido Ministro y rico, «pero prefirió ser consecuente».

Sí, don Guillermo fue un carlista consecuente cuyo testimonio de lealtad inquebrantable y de fidelísima integridad nos sirve hoy de ejemplo a quienes continuamos la causa que él mismo defendió. Sirvan estas líneas para conservar su memoria.

Círculo Cultural Vázquez de Mella