El día 7 de julio tuvieron lugar unos hechos gravísimos no sólo para la diócesis de Navarra sino para la Iglesia Católica en su conjunto. Los sucesos, ya conocidos por todos, han sido las acciones violentas perpetradas por parte de abertzales contra las autoridades políticas y eclesiásticas durante la procesión de San Fermín. No sólo fueron tristísimos los hechos en sí por su violencia, sino por las diferentes reacciones de los medios católicos conservadores, de otros fieles católicos y de las propias autoridades eclesiásticas.
Una de las reacciones más lamentables fue la de echarle la culpa a Pedro Sánchez del hecho en sí. Y otra más penosa si cabe fue la de ciertos sacerdotes y fieles que se escudaron en las trincheras del enemigo invocando la libertad religiosa. Que el catolicismo ha caído más hondo que las fosas de las Marianas es evidente y que para ello no ha necesitado a Sánchez también es evidente. Nos bastan nuestros nuevos curas criados a los pechos de las nuevas doctrinas liberales, para rendirnos ante el mundo y desembocar en la descristianización más absoluta.
Belén Perfecto, Margaritas Hispánicas