El caso Ayuso Torres contra el Estado español

Este caso ha puesto de manifiesto la saña sibilina de los inquisidores constitucionalistas

El Profesor Miguel Ayuso en la presentación de su libro

Hace seis meses el Tribunal Europeo de Derechos Humanos sentenció el caso Ayuso Torres c. España a favor del primero, reconociendo la vulneración de su libertad de expresión y poniendo en evidencia al Tribunal Militar Central, al Tribunal Supremo y al Tribunal Constitucional, que habían inadmitido los sucesivos recursos que el Profesor Ayuso interpuso a raíz del injusto expediente disciplinario incoado contra él. El motivo de este expediente, auspiciado por una campaña mediática de desprestigio encabezada por El País y La Sexta, fue la crítica a la Constitución de 1978 que el Catedrático de Derecho Constitucional expuso en el célebre programa de televisión Lágrimas en la lluvia que a la sazón dirigía y presentaba el escritor Juan Manuel de Prada.

Ahora, seis meses después de aquella sentencia, la Gran Sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos avala de nuevo la posición de Miguel Ayuso al rechazar la pretensión del estado español de revisarla en aquella instancia.

Pero el caso Ayuso Torres contra España no sólo ha puesto de manifiesto la saña sibilina de los inquisidores constitucionalistas que desde medios de comunicación, tribunales y ejecutivos se dedican a señalar y perseguir disidentes, sino que ha dejado en evidencia algo mucho más profundo: la paradoja del estado liberal, que se asienta sobre presupuestos que no sólo no está en condiciones de garantizar, como decía el catedrático y magistrado alemán Böckenförde, sino que, como ha apostillado el propio Miguel Ayuso ante las mismas cámaras de Lágrimas en la lluvia, los destruye lenta y progresivamente.

Por eso no podemos dejar de regocijarnos en el hecho de que, al ser satisfechas las pretensiones del Profesor frente al estado español, se ven también confirmadas sus opiniones vertidas en el mismo programa de televisión que le costó la persecución. De una forma u otra, el Profesor tiene la razón.

Manuel Sanjuán, Círculo Cultural Juan Vázquez de Mella

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