Similitudes

Creyendo saber lo que «en realidad» son, terminan no siendo nada

Foto: EP

En este mundo demente hay quienes en pleno siglo XXI (¡imagínese usted!) dicen ser y sentirse cosas contrarias a las que son, yendo en contra del muy elemental principio de no contradicción. Principio que está al alcance de los seres humanos desde su más tierna infancia y que no deben olvidar ni un solo momento de su existencia, so pena de hacer el ridículo. Pero, como decía, vivimos en un mundo (rectius manicomio) en el que se ha perdido la cordura.

Por eso, todos los días vemos sujetos que pretenden ser sujetas y sujetas que quieren ser sujetos, sujetes o sujetxs. Creyendo saber lo que «en realidad» son, terminan no siendo nada. Estos tipos (y tipas) llegan al punto de llenar de hormonas su cuerpo, el cual ya han amputado o amputarán para completar así su «transición», empobreciendo sus almas y sus vidas y enriqueciendo a las grandes farmacéuticas. Son los famosos trans (o tran$, según quién los mire).

Amputación que también hacen algunos —pocos—, pero con los principios inmutables del carlismo. Los que quitaron al rey para poner al presidente. Los que no se llenan de hormonas, pero sí de democratacristianos (es decir, de liberales) y de elementos peligrosos, provenientes de sectas y partidos nada fiables. Los que quieren hacer un carlismo a su medida (por eso lo ponen por el piso, a rastras), prescindiendo de la lógica y de la honestidad. Los que han pretendido moldearlo a martillazos sobre un pesado pero discreto yunque. Aquellos que, en fin, siendo liberales se dicen carlistas.

Estos «carlistas» no enriquecen a multinacionales, pero sí ensanchan la base de los enemigos de la Comunión. Pretendiendo ser carlistas sin rey, y antiliberales pero con republicanismo y democracia cristiana, terminan volcándose en el inmenso vacío de la nada, pues a eso lleva el menosprecio del principio de no contradicción.

P.S.: luego me ocupo de los otros.

Juan Manuel Sánchez, Círculo Tradicionalista Gaspar de Rodas

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