Una diputada del Partido Unidad Social Cristiana de Costa Rica, María Vita Monge, anunció el apoyo vaticano para eliminar la confesionalidad católica del Estado costarricense en una reforma constitucional. Ese apoyo habría llegado mediante el Nuncio Apostólico del país. La misma Nunciatura desmintió la información con un Comunicado en que afirmaba que el Vaticano no apoyaba tal iniciativa.
El artículo constitucional que determina la confesionalidad del Estado costarricense —el 45— no es ni con mucho un ejemplo de política católica. Sin embargo, el fondo de la disputa es el deseo de acabar con la primacía de la Religión Verdadera, que es la católica, frente a las otras confesiones.
Este partido pretende igualar en el plano jurídico a la Religión con las falsas creencias. Es la perfecta aplicación de la libertad religiosa en la Constitución de un país. Por ello, la proposición de María Vita ha sido interpretada como una traición a la Religión Católica y a los católicos costarricenses.
Esto sólo demuestra una vez más la incongruencia política del liberal que se hace llamar católico. Porque intenta conciliar la necesidad de que los individuos practiquen la religión católica. Pero, a la vez, que el Estado equipare la Iglesia con los credos ilícitos en todos los planos. Incluso que promueva los beneficios de su práctica pública.
Antonio de Jaso, Navarra.