Modestia y apariencia

El gran modelo para ello es como siempre la Virgen María

En la vida de la Fe, la extrema importancia que tiene la virtud de la modestia nunca deja de ponderarse.

El gran modelo para ello es como siempre la Virgen María. San Bernardo nos describió con estas bellas palabras la modestia perfecta y la humildad de la Santísima Virgen: «Ni el menor atisbo de orgullo en su mirada, en su modo de caminar ni el tono de su voz».

Efectivamente, la modestia, especialmente la femenina, no consiste sólo en vestir de modo correcto y evitando la vulgaridad, sino también se demuestra en la forma de andar, de sentarse, el tono habitual de la voz, la forma de reír… mantener la humildad y la corrección en todo ello es tan importante como la misma apariencia.

Y por último, no está de más recordar que en cuanto a la indumentaria los padres tienen mucha responsabilidad por cómo vayan sus hijos, especialmente sus hijas. Si los progenitores no ejercen su autoridad, como suele ocurrir hoy en día con los padres de adolescentes, y no intentan evitar que sus hijas vayan con el lamentable aspecto que vemos tantas veces en muchas jóvenes —más aún si las mismas madres fomentan la indecencia de sus hijas como tantas veces ocurre en nuestros días—, Dios les pedirá cuentas a ellos. Son diversas las revelaciones privadas donde se habla de madres en hijas condenadas en el infierno. Éstas por vestir indecentes y aquéllas por haberlo permitido o haberles animado a ello.

 

Lina C., rculo Tradicionalista Ramón Parés y Vilasau (Barcelona)

Deje el primer comentario

Dejar una respuesta