Ante la manifiesta debilidad del supuesto «gobierno de la vida», crece la violencia por parte de los grupos criminales en Colombia. Así, en estas últimas semanas se han registrado por lo menos siete atentados, dirigidos casi todos contra la Fuerza Pública.
El jueves 4 de abril fueron lanzados cilindros bomba contra las casas fiscales ubicadas dentro del Batallón Pichincha de Santiago de Cali, donde residen las familias de los militares. Esa misma noche, en Tumaco, fue arrojada una granada contra las instalaciones del GAULA, hecho que dejó herido a un infante de marina. Lo mismo ocurrió en la mañana del día 5 en un corregimiento de Jamundí, en el que el ataque se dirigió contra la estación de policía.
El 11 de abril el blanco fue Miranda, ubicada al norte del departamento del Cauca, en donde explotó un carro bomba cuyo objetivo original era una caravana del Ejército, según declaraciones del Ministerio de Defensa. También esa noche fue atacada la estación de policía de Corinto, no muy distante de Miranda. El 12 de abril, asimismo, hubo enfrentamientos entre el Ejército y la guerrilla en Caloto; y en Guachené la Policía neutralizó a un sujeto que arrojó un artefacto explosivo contra la sede de la institución.
Finalmente, en la madrugada del sábado 13 de abril un explosivo hirió a un motociclista y dañó la carretera que de Popayán conduce a Cali, cerca al municipio de Piendamó. En esa misma vía y también el sábado, pero en la jurisdicción de Santander de Quilichao, fue detonado otro artefacto de manera controlada por la Fuerza Pública, lo que evitó consecuencias indeseables.
Así finalizan estas dos semanas de preocupación en el sur del Valle y en el norte del Cauca, departamentos donde se han concentrado los ataques que se corresponden con las amenazas proferidas por las «disidencias» de las FARC en un panfleto publicado el 7 de abril, con motivo de la suspensión del cese al fuego ordenada por un Gobierno cada vez más ineficiente y alejado de los colombianos.
Agencia FARO, Colombia.
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