Comerse el monte: el reconstituyente polen de los pinos serranos

Pino silvestre. Agencia FARO, J. A. Oria de Rueda

En la Creación encontramos increíbles soluciones para muchas cosas que, a veces, nos pueden pasar desapercibidas. Hoy hablaremos del ámago o polen del pino albar o de Valsaín, pino royo o pi roig (Pinus sylvestris), que tanto abunda en las Españas, desde los montes castellanos y selvas pirenaicas hasta el Maestrazgo, en la Sierra Nevada granadina e incluso, plantado, en los bosques patagónicos.

Desde la Pascua Florida hasta Pentecostés maduran sus inflorescencias masculinas y dispersan su harinoso y fantástico material llamado popularmente «cierna de pino», en el que se encuentran considerables cantidades de testosterona, la famosa hormona varonil. Además, el polen de pino contiene cantidades significativas de hormonas masculinas humanas como la androstenediona y cantidades relativamente grandes de aminoácidos, vitaminas, minerales y otros nutrientes. Se estima que 10 gramos de este polen contienen 0,8 microgramos de testosterona. Debido a esto, el polen de pino se usa a menudo para aumentar los niveles de esta hormona más propia de los varones que, con los años, puede ir disminuyendo y afectando a la próstata, al vigor general.

Por ello, el primaveral ámago (polen) del pino albar, verdadero superalimento, es de gran interés por ser antioxidante rejuvenecedor y reductor de la fatiga, conteniendo 20 aminoácidos, muchos de ellos esenciales para el organismo. Además potencia el sistema inmunitario y goza de valor antibiótico y antivírico. De hecho, los auténticos escoceses de clan, boina y falda incluyen en sus ancestrales bonnach coirce (bollos de avena) un toque del harinoso ámago de pino de las tierras altas. No obstante, si usted supera las dosis recomendadas de polen de pino con efectos juveniles puede tener consecuencias «negativas», como la reaparición del añorado acné de la pubertad, mejora de musculatura, instintos reproductores o el desarrollo de comportamientos agresivos.

En el caso de los alérgicos al polen y asmáticos, hay que advertir que se trata de una sustancia alergénica que puede afectar a las personas sensibles. Como recurso natural alimenticio y de valor socioeconómico resulta de sorprendente interés, pues un pino corriente, digamos del montón, puede producir 0,5 a 1 kg anual de polen vigorizante, por lo que un pinar de 400 árboles da nada menos que 200 a 400 kg de este caro recurso forestal y polvoriento elixir alimenticio. Los chinos, que son más listos que el hambre, ya venden botes de polen de pino asiático que puede pedirse cómodamente on line a un precio respetable.

Las abejas, por la cuenta que les trae, recogen polen, alimento proteico, de numerosísimas plantas, desde el temprano almendro y el avellano, hasta los tardíos brezos y yedras, pasando por tejos, amapolas, álamos, castaños, eucaliptos o jaras. Pero no de los pinos. Y es que la reina o maestra de la colmena no está dispuesta a que se generen más machos de la cuenta en la populosa colmena (lo que se llama colmena zanganera). De los pinos aprovechan la resina para sus muy beneficiosos propóleos y las meladas provocadas por pulgones chupadores para su rica miel de conífera, pero no su polen.

El dorado polen de los pinos es un bálsamo y nutritivo masculinizante y eso hoy en día parece estar en entredicho. Por todo ello, ciertas activistas no ven con buenos ojos el consumo de este gran reconstituyente para los varones y podrían exigir su prohibición. Si el lector desea obtener su propio polen debe recoger las abundantes inflorescencias de los pinos en una bolsa de papel y agitarlas vigorosamente para que desprendan el polvoriento producto. Consuma con moderación este fino maná y destacado superalimento silvestre y sabrá lo que es bueno.  

Juan Andrés Oria de Rueda de Salgueiro, Círculo Pedro de Balanzátegui de León