Cuando la semilla cae en buena tierra

Casa Fuerte de los Escobar en Trujillo (España). Foto Elena del Rosario Risco Donaire

María Escobar, de familia noble y nacida alrededor de 1520 en el Trujillo peninsular, tiene el honor de ser la persona que introdujo el trigo en el Nuevo Mundo, según hace constar el cronista peruano Gómez Suárez de Figueroa en sus Comentarios Reales.

Esta mujer acompañó a su esposo, Martín de Estete, uno de los fundadores de la ciudad de Trujillo en Perú, llegando a la Gobernación de Nueva Castilla en 1534. Según la creencia tradicional, tuvo la previsión de embarcar medio almud de trigo y lograr que, tras el largo viaje, llegara en buen estado a tierras americanas. Una vez allí, distribuyó el grano entre agricultores de Lima y Cañete a razón de 20 o 40 granos para cada uno. Durante tres años se prohibió el uso de este trigo para dedicarlo únicamente a propagar la gramínea.

En cambio, otras versiones sostienen que María Escobar, tras estudiar las tierras cedidas por Francisco Pizarro en agradecimiento a los servicios de la familia en la pacificación de la zona, concluyó que lo más adecuado para sembrar en el lugar era trigo y cebada y, en consecuencia, pidió que se lo enviaran desde Extremadura, encargándose ella misma del cultivo y de la posterior obtención de la harina.

Sea como fuere, la previsión de María Escobar es premiada con una encomienda cerca de Lima, tal y como se hacía con las acciones de guerra. A pesar de que las leyes españolas sí permitían a las mujeres ser dueñas de encomiendas, el gobernador Vaca de Castro no consideró conveniente que las mujeres ejercieran como encomenderas, por lo que injustamente privó de su recompensa a María Escobar, entre otras.

Otra perspectiva de la casa natal de María Escobar. Foto Elena del Rosario Risco Donaire

En el Trujillo peninsular se conserva en la actualidad la Casa-fuerte de los Escobar, donde nació esta insigne mujer, Ceres bautizada, que partió de su hogar con la intención de compartir su pan, de ofrecer lo bueno que conocía, de mejorar el lugar que la acogía.

Empezando por el testamento de la Reina Isabel la Católica, son múltiples los documentos que atestiguan que la Corona nunca pretendió servirse del Nuevo Mundo, explotando a sus gentes y sus riquezas, para luego regresar a la metrópoli a disfrutar del botín. Prueba de ello es María Escobar, una de tantas mujeres que fueron a América, en un movimiento migratorio auspiciado por la propia Monarquía, buscando que arraigara allí lo mejor que podía ofrecer la península, desde la Fe en Cristo hasta el trigo pasando por las buenas familias.

 

 Elena del Rosario Risco Donaire. Margaritas Hispánicas