A los doscientos años del asesinato de don Matías Vinuesa

Iglesia de Tamajón, Guadalajara. Commons

Convencionalmente se suele señalar en los tratados de historia general que el carlismo es el movimiento sociopolítico nacido a la muerte de Fernando VII para defender los derechos al trono de Don Carlos frente al contrafuero de la pragmática sanción. El propio carlismo, con afán sintético y pedagógico, también ha acogido la fecha simbólica del primer grito de «Viva Carlos V» dentro de su imaginario colectivo. Sin embargo, dicho primer grito a la muerte de Fernando VII era la continuación de una lucha que venía larvada e incoada desde que el liberalismo empezó a subvertir los cimientos del orden político tradicional.

Periodo especialmente crítico fue el del llamado Trienio liberal, difundido en sede escolar según el relato del liberalismo más exaltado. Frente a esa visión, ya presente en la degradada política cultural del franquismo, se levantaron magníficas obras académicas, como la de don Federico Suárez Verdaguer «La crisis política del Antiguo Régimen» y sobre todo la de Rafael Gambra Ciudad «La primera guerra civil de España».

Como ejemplo de lo mendaz de aquel relato liberal nos referiremos a un episodio bastante escalofriante: el brutal asesinato de don Matías Vinuesa López de Alfaro, cura de Tamajón, arcediano de Tarazona y confesor y capellán de honor del Rey. Los liberales se referían a éste de forma despectiva como mero cura rural, sin que turbase lo más mínimo a don Matías ese intento de afrenta.

El horroroso asesinato de don Matías Vinuesa

Leal al Rey y al Derecho entendió que el golpe de Estado de Riego socavaba los cimientos del orden, y frente a la demagogia de los que pretendían someter la suprema potestad regia a una soberanía sedicentemente nacional, pero que en realidad no alcanzaba más que a una ínfima minoría oligárquica muy poco representativa mediante un intrincado sistema de sufragio indirecto.

Asimismo, la tan cacareada libertad de imprenta, constitucionalmente consagrada en el art. 371, sólo alcanzaba en su plenitud a las ideas liberales, pues no otra causa se formó contra don Matías Vinuesa que preparar unos manifiestos teóricos sobre la ilegalidad e ilegitimidad del sistema nacido del acto de violencia en Cabezas de San Juan. Fue la proclama «El grito de un español verdadero a toda la nación española» y el «Plan para conseguir nuestra libertad», en los que ya empezaba a emerger la figura de Don Carlos como abanderado de los principios tradicionales, aunque éste con gran prudencia y pese al notable apoyo con el que contaba jamás pretendió plantear pleito a su hermano, pese a la lenidad y equívocos de su reinado. Esos documentos no suponían ciertamente una conspiración que implicase a las suficientes fuerzas para derrocar el sistema liberal, de hecho, sus enemigos los tacharon de mascarada y los estudios posteriores de apologetas del liberalismo lo desacreditaron, definiendo el supuesto plan como «irreal» o «pintoresco» (Miguel Artola o Pedro J. Ramírez, entre otros).

Aun así, se formó causa contra el mismo, pidiendo los liberales que se le aplicase la pena capital. Sus méritos durante la guerra de Independencia la evitaron, pero fue condenado sólo por sus escritos a diez años de prisión. La sentencia se dictó el 4 de mayo de 1821 y su publicación fue aprovechada por una turba dirigida por la sociedad secreta de los Comuneros para tomar el presidio y martirizar al clérigo, asesinado a martillazos, símbolo de dicha secta. Sus asesinos hicieron escarnio del hecho, difundiendo panfletos vejatorios y burlones del crimen. La historia oficial del liberalismo ha pretendido hacer pasar este hecho como anecdótico, exacerbando las críticas que los liberales hicieron a don Matías, hasta el momento actual en que la inicua Ley de memoria democrática pretende consagrar canónicamente esta historia del liberalismo y de unas constituciones que nadie votó.

Víctor Javier Ibáñez, Círculo Carlista Marqués de Villores de Albacete