(Traducción al español más abajo)
The Indifferentism of our time is greater than in the past centuries, it tends to unite all the people under the hidden religion of Liberalism. Instead of getting back to Catholic Unity, they sustain the opposite which is under the single belief that man has a subjective truth in his reason, that can be false to others and true to him. For this reason, the Catholics were greatly influenced, tainted and possessed this heretical principle of Indifferentism, even without fully knowing them. This heresy put the Catholic sword down and embraced the so called «separated brethren» be it for human respect or diplomacy sake. Historically, it is rooted in the Treaty of Westphalia, a truce between the Catholics and Protestants, which brought greater damage upon the Catholic Church than us to them. Now, men whatever of his religion or professed creed are friends to each other, some admired and praised even the highest authorities of the false religions, mixed marriages resulted in every family in the Christian society.
Pope Gregory XVI in Mirari Vos called Indifferentism as «another abundant source of evils with which the Church is afflicted». The Church is afflicted means the faithful are already taking part of it as if nothing wrong about it nor even a big deal. But it is, it kills the Catholic piety of religion, that as Catholics we are obliged to convert them rather than tolerate their erroneous and heretical beliefs. Because of the faithful’s indulgence of this evil, more and more we are adding to the burden of the Church. Added by our holy pontiff Gregory XVI: «this perverse opinion is spread on all sides by the fraud of the wicked who claim that it is possible to obtain the eternal salvation of the soul by the profession of any kind of religion, as long as morality is maintained». The misinterpreted virtue of «charity» of those who want to justify their acts of accomplices towards the members of the false religions. Forgetting the words of St. Pius X that «the primary duty of Christian Charity does not lie in the toleration of false ideas». A true charity will make them realize their errors than to approve it by our shameless human respect. In this time of great crisis that endangers our soul, every Catholic has a duty to know his faith. In this present confusion, one must consult the age-old wisdom of the saints, the fathers and the popes.
Such zealous sympathy is unimaginable mostly to a deceased heretic «monarch». Who would think that in the 21st century, traditionalist Catholics were showing great praise of the then iconic figure Elizabeth, being indifferent to her religion, crimes against Christendom, and damage brought by her reign? The same Catholics who denounce the mistakes of the Second Vatican Council, as to prevent heresies and religious indifferentism now pretended with the great zeal of admiration, with immense sentimental value for Elizabeth, queen of the heretics, of the Western Anglo-Saxon Protestant, whom ancestors uprooted the English Catholic Monarchy in the bosom of the Catholic religion.
It is at this time, a great sadness was shown upon in the situation, because of the indulgence of the faithful to the current emotion of the world, made them forget their own catechism, their history and their faith! In the name of «charity» ―they say―, «can we just pray for her and mourn?» But, is it really a charity? Let us recall the words of St. Francis de Sales on this point, he tells us that «it is our duty to denounce as strongly as we can heretical and schismatic sects and their leaders. It is an act of charity to cry out against the wolf when he is among the sheep, wherever he is».( Introduction to the Devout Life, III, 29). The first duty of charity is to unmask the wolf in sheep’s clothing.
Do they even remember those evils that this lady made during her entire lifetime? Justice must be served as what mercy be given. Did our church fathers, saints and previous popes show such great entrainment for mercy when they heard the news of some heretic leaders passing away? Of course, these saints had always prayed during their lifetime unceasingly the conversion of heretics or schismatics or infidel, but after many prayers and without any remorse or sign of conversion during the lifetime of a heretic who died, what did our forefathers do? Let us hear it from St. John Eudes: «When, therefore, you observe that those who believe not in the Church, practice some good works, offer many prayers, and lead an austere life, do not believe that they are on this account on the way of salvation, unless they have true faith; you commit an enormous sin if you believe that they can be saved outside of the Church; that they can have faith without believing in her, or that they can be saved without the faith». In the case of the death of Elizabeth «II», seeing the whole situation, I hope for the salvation of her soul but we cannot deny nor have an excuse for what evils she did. Let us put away our emotions above our reasons for it will endanger our soul as to engage in religious indifferentism of our time!
Lawrence Cawas, Círculo Carlista Felipe II de Manila
(Versión en español)
El indiferentismo de nuestro tiempo es mayor que el de los siglos pasados, tiende a unir a todos los pueblos bajo la religión oculta del liberalismo. En lugar de volver a la unidad católica, se sostiene que el hombre permanece bajo la unidad de creencia en la medida en que tiene una verdad subjetiva en su inteligencia, que, aunque pueda ser falsa para los demás, es verdadera para él.
En este sentido, los católicos han sido muy influenciados, afectados y poseídos por este principio herético del indiferentismo, aún sin conocerlo cabalmente como sistema de pensamiento. Esta herejía ha contribuido a derribar la espada católica para abrazar a los llamados «hermanos separados», ya sea por respeto humano, ya por diplomacia. Históricamente, tiene su primera manifestación en el Tratado de Westfalia, que acordó una tregua entre católicos y protestantes, que causó mayor daño a la Iglesia Católica que el que ellos recibieron. En la actualidad se considera que los hombres, cualquiera que sea su religión o credo, son amigos entre sí, por lo que muchos admiran y elogian incluso a las más altas autoridades de las falsas religiones, los matrimonios mixtos se han extendido por casi todas las familias de la sociedad cristiana.
El Papa Gregorio XVI en su encíclica Mirari Vos condenó el indiferentismo como «otra fuente abundante de males que afligen a la Iglesia». La Iglesia está afligida, pues los fieles participan de él como si no fuera nada malo ni siquiera un gran problema. Sin embargo, el indeferentismo mata la piedad católica de la religión, y como católicos estamos obligados a convertirlos en lugar de tolerar sus creencias erróneas y heréticas. Debido a la indulgencia como fieles hacia este mal, estamos volvemos más pesada la carga de la Iglesia. El Papa Gregorio XVI añade «esta perversa opinión se difunde por todos lados por el fraude de los malvados que pretenden que es posible obtener la salvación eterna del alma por la profesión de cualquier tipo de religión, siempre que la moralidad sea mantenida». Malinterpretan la virtud de la «caridad» quienes quieren justificar sus actos de connivencia hacia los miembros de las falsas religiones. Olvidando las palabras de San Pío X de que «el primer deber de la caridad cristiana no reside en la tolerancia de las falsas ideas»» Una verdadera caridad les hará darse cuenta de sus errores antes, lo que no sabrán si las aprobamos con nuestro desvergonzado respeto humano. En este tiempo de gran crisis que pone en peligro nuestra alma, todo católico tiene el deber de conocer su fe. En esta confusión actual, se debe consultar la sabiduría milenaria de los santos, los padres de la Iglesia y los papas.
Para esos santos y papas hubiera sido inimaginable ese interés y simpatía ante el fallecimiento de una hereje fallecida ocupante de un trono. ¿Quién iba a pensar que en el siglo XXI los católicos tradicionalistas iban a elogiar mostrará grandes elogios a Isabel «II», siendo indiferentes a su religión, a los crímenes contra la cristiandad y al daño causado por su reinado? Los mismos católicos que se apoyan en los papas que denunciaron las herejías del indiferentismo religioso, y que denuncian los textos erróneos del Concilio Vaticano II, han mostrado gran celo en su admiración y sentimientos para la reina de los herejes, de los anglosajones occidentales. Sajón protestante, cuyos antepasados desarraigaron a la monarquía católica inglesa, enraizada en el seno de la religión católica.
Esto es motivo de gran tristeza, porque la indulgencia de los fieles a la emoción actual del mundo, ¡demuestra que han olvidado su propio catecismo, su historia y su fe! En nombre de la «caridad», dijeron, «¿podemos orar por ella y llorar?» Pero, ¿es realmente una obra de caridad? Recordemos las palabras de San Francisco de Sales sobre este punto, nos dice que «Es nuestro deber denunciar con toda la fuerza que podamos las sectas heréticas y cismáticas y sus líderes. Es un acto de caridad clamar contra el lobo cuando está entre las ovejas, dondequiera que esté». (Introducción a la vida devota, III, 29).
El primer deber de la caridad es desenmascarar al lobo con piel de cordero. ¿Acaso recuerdan esas maldades que esa señora hizo durante toda su vida? La justicia debe ser servida como la misericordia ser dada. ¿Nuestros padres de la iglesia, santos y papas anteriores hicieron una gran petición pública de misericordia cuando escucharon la noticia de la muerte de algunos líderes herejes? Por supuesto, estos santos siempre habían orado durante su vida sin cesar por la conversión de herejes o cismáticos o incrédulos, pero después de muchas oraciones y tras la muerte de un hereje sin ningún remordimiento o señal de conversión durante la vida, ¿qué hicieron nuestros antepasados? Escuchémoslo de San Juan Eudes: «cuando, por lo tanto, observamos que los que no creen en la Iglesia, practican algunas buenas obras, ofrecen muchas oraciones y llevan una vida austera, no creas que están en este motivo en el camino de la salvación, a menos que tengan fe verdadera; cometéis un enorme pecado si creéis que pueden salvarse fuera de la Iglesia; que pueden tener fe sin creer en ella, o que pueden salvarse sin la fe católica». En el caso de la muerte de Isabel «II», viendo toda la situación, espero la salvación de su alma, pero no podemos negar ni excusar las maldades que hizo. ¡Dejemos nuestras emociones por encima de nuestras razones porque pondrá en peligro nuestra alma al participar en el indiferentismo religioso de nuestro tiempo!
Lawrence Cawas, Círculo Carlista Felipe II de Manila