El profesor español Marcelino Pérez Fernández produjo una obra muy útil para ayudarnos a estudiar la filosofía en el Alto Perú. Se trata de Pensadores cruceños, libro publicado en 1992 bajo la edición de la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra (UPSA).
Pérez Fernández expone la vida y la producción intelectual de los cruceños (naturales de Santa Cruz, zona de tierras bajas) José María Bozo (1781-1864), Manuel Ignacio Salvatierra (1806-1886), Manuel María Caballero (1819-1866), Manuel Antonio Paniagua (1827-1903) y José Peredo Antelo (1871-1931). Cada uno de ellos, hijos de su tiempo y de sus circunstancias, contiene elementos clave que vale la pena analizar y juzgar a la luz de la recta filosofía. Sin pretender lograrlo por completo, trataremos aquí de brindar algunas pinceladas para orientar futuros análisis de quienes tengan los recursos para estudiar más a fondo este asunto.
Comenzando por José María Bozo, «el Diógenes boliviano», podemos señalar que este se caracterizó por ser un personaje muy turbio a pesar de sus aportes. Estudioso de la naturaleza y fascinado por la botánica, preparó interesantes tratados descriptivos acerca de la flora altoperuana, pero despreciaba las formalidades en la vida civil y se burlaba bastante de ellas. «Su carácter indisciplinado, su tibieza para las prácticas religiosas y su aversión a la Jerarquía lo llevaron a abandonar el camino emprendido [los estudios de teología]», señala Pérez Fernández.
En cuanto a Manuel Ignacio Salvatierra, tiene entre sus méritos haberse ganado la difícil y selecta amistad del político católico Mariano Baptista Caserta, pero introdujo las ideas del krausismo en Bolivia. Particularmente, Salvatierra llevó a esta corriente de pensamiento a las aulas de la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca (USFX). En este sentido, Pérez Fernández admite que el krausismo «era de esencia liberal y romántica».
¿Qué podemos decir de Manuel María Caballero? Que quizás sea el rey de los heterodoxos bolivianos en el siglo XIX. Gracias a él y a Ángel Menacho, el materialismo invadió las aulas de la USFX. Ambos introdujeron, además, una fuerte incredulidad religiosa. Según relata el autor de Pensadores cruceños, podríamos considerar a Caballero como naturalista, racionalista, panteísta y materialista.
Manuel Antonio Paniagua fue otro krausista: influyó con sus ideas en Cochabamba y Chuquisaca, y entabló amistad con Salvatierra, así como también con el cartesiano Mamerto Oyola (1838-1902). Paniagua fue uno de los pocos que se animó a analizar la obra de Oyola titulada La razón universal, considerada como de alta dificultad en su lectura y comprensión.
El último pensador es el que más nos interesa: José Peredo Antelo. Parece providencial que la cereza del pastel se ubique en el final del libro, y brinda esperanzas saber de alguien como este autor antisocialista y antiliberal, cosa muy difícil de hallar en Bolivia, país en el que, si encontramos críticas hacia el socialismo, estas suelen acompañarse de elogios al liberalismo.
«No aceptaba Peredo el postulado liberal de que la religión es el derecho privado, no de interés colectivo, y que debe residir en la familia y la Iglesia y no en la vida pública», asegura Pérez Fernández. En particular, Peredo sostenía: «No puede haber moralidad sin admitir término correlativo la existencia de Dios». Además, este pensador reconoció los males de la Revolución Francesa y afirmaba que «de Voltaire a Jesús hay la misma diferencia que de las tinieblas a la luz».
El eclectismo del profesor Pérez Fernández, al igual que el de Guillermo Francovich, lo mueve a mostrar las dos caras de la moneda de vez en cuando. Así, el autor no solo describe las ideas de los pensadores cruceños, sino también las críticas que se lanzaron contra ellos. Gracias a esto, podemos saber, por ejemplo, que autores como Enrique Finot y Ramiro Condarco tenían duras y certeras palabras para cuestionar la obra de Manuel María Caballero.
Sería de gran ayuda que se publique un libro que analice el pensamiento de personajes históricos de Santa Cruz indagando en su cercanía o lejanía con la ortodoxia católica. Algunos nombres interesantes al respecto podrían ser: José Belisario Santistevan, Marcelo Terceros Banzer, Plácido Molina Mostajo o incluso el padre Luis Rojas Caballero.
Lucas Salvatierra, Círculo Tradicionalista San Juan Bautista.
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