Este 29 de marzo de 2023 es el CCXXVII aniversario de la ejecución de uno de los grandes generales del ejército católico durante las guerras de La Vandea, en Francia. Sirva este artículo como homenaje.
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Nació en 1763 en Couffé en el seno de una familia de la baja nobleza bretona. Eligió la carrera militar y como miembro de la marina francesa estuvo presente en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Llegó a alcanzar el grado de lugarteniente de navío. En 1790 abandona el ejército y ese mismo año contrae matrimonio con Angélique Josnet de La Doussetière, heredera del castillo de Fonteclose, en La Vandea. Allí le fueron a buscar los campesinos en 1793, para que se convirtiera en su general. Ejerció su mando al noroeste de la región de La Vandea. Se fueron uniendo a él muchos más campesinos y habitantes de la región, en un intento de escapar de las masacres que perpetraban las llamadas columnas infernales del ejército republicano.
Fue quien combatió durante más tiempo y con éxito al régimen de terror de la Revolución Francesa, en defensa de su región. Estableció su cuartel general al sur de Nantes. Supo hacer guerra de guerrillas y combatir en el campo que conocía como la palma de la mano, utilizando la astucia y la velocidad.
Charette llegó a ser reconocido como general del ejército católico y real. Quien luego llegó a ser el rey Luis XVIII lo nombró caballero de la Orden de San Luis. Realizó esfuerzos enormes para organizar la vuelta del rey a Francia. Con este fin llegó a reunir un ejército de más de 10.000 bretones, pero el rey no alcanzó el continente europeo y el ejército lo abandonó. Cuando trataba de organizar resistencia contrarrevolucionaria, fue detenido el 23 de marzo de 1796 por una brigada del ejército republicano y conducido a la prisión de Bouffray, la más siniestra de todo Nantes. Lo sometieron a consejo de guerra. Durante los interrogatorios, alegó en su defensa «he combatido por mi religión, por mi patria y por mi rey». El juicio concluyó con sentencia de muerte. El día 29, cuando sonaron las 4 de la tarde en el reloj de la prisión Bouffray, Charette caminó lentamente entre dos filas de soldados hasta la Plaza de los Agricultores (hoy conocida como Plaza Viarme). Cinco mil soldados formaban un inmenso cuadro de ejecutores y trataban de contener a la multitud vociferante. Los verdugos le ofrecieron un pañuelo para vendarle los ojos, que Charette rechazó con un gesto firme y decidido. Había pedido mandar al pelotón de su propia ejecución, privilegio que le fue concedido. Cuando inclinase la cabeza, los soldados abrirían fuego. Separó los brazos, y mirando al cielo se encomendó a Dios. Unos momentos después, bajó la cabeza. Doce balas alcanzaron su corazón.
Margaritas Hispánicas
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