El grupo de países agrupados bajo las siglas BRICS se ha reunido estos días en Johannesburgo, Sudáfrica, para consolidar su papel en la política internacional.
El término «desdolarizar» se ha escuchado a menudo, como eje vertebrador de muchos discursos pronunciados en ese foro. El objetivo es marcar distancias con respecto a EE.UU. y fomentar las transacciones comerciales en otras divisas distintas al dólar estadounidense. Algunos presidentes, como Lula da Silva han ido más lejos, declarando la inutilidad de la ONU y su Consejo de Seguridad para resolver conflictos internacionales e incluso como simple foro de debate. El mandatario brasileño destacó el fracaso de la ONU en los conflictos existentes en Ucrania, Siria, Libia y Palestina.
Se ha desatado una auténtica fiebre de solicitudes de diversos países para integrarse en este grupo en el que, de momento, los peces grandes son China y Rusia. Ha habido varias decenas de solicitudes. Unas han llegado a la organización desde Asia (Arabia Saudita e Irán), otras desde África (Etiopía) y algunas de ellas desde Hispanoamérica (Venezuela y Argentina). Finalmente se sumarán al grupo Egipto, Irán, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Argentina. Constituye un varapalo para los EE. UU. la entrada en el grupo de Arabia Saudita, uno de sus principales aliados en la región. En el caso de Argentina, la pertenencia a una organización que persigue «desdolarizar» podría quedar en entredicho si Milei gana la siguiente vuelta electoral, puesto que él persigue justamente el objetivo contrario a nivel interno.
Esta semana se ha podido escuchar cómo el anfitrión de la cumbre, el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa, ha pronunciado un discurso apoyando incondicionalmente «la lucha del pueblo saharaui hasta lograr la libertad e independencia». El partido del presidente Ramaphosa ha condenado la postura del presidente español Sánchez, quien, como es sabido, ha aceptado —de plano y sin contrapartida conocida— diversas peticiones del plan de autonomía del sultán marroquí en relación con el Sahara. Los sudafricanos han comentado la indignidad que supone que el presidente Sánchez haya abandonado la postura histórica de España sobre el Sahara.
Agencia FARO
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