Seguidores de Evo Morales obstruyen el paso en muchas vías de Bolivia durante estas semanas para exigir que se lo habilite como candidato presidencial para las elecciones de 2025. El Movimiento Al Socialismo (MAS), partido de gobierno, lleva dividiéndose desde hace mucho tiempo en evistas, que apoyan a Morales, y arcistas, simpatizantes del actual presidente Luis Arce.
Los evistas exigen la renuncia de los magistrados que ampliaron su propio periodo de mandato tiempo después de haber dictado que Morales estaba inhabilitado para otra candidatura. Las autoridades judiciales debían haber terminado su periodo en el cargo en diciembre pasado, pero el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) prorrogó su mandato con la excusa de que quería evitar un «vacío de poder».
Al finalizar el año pasado, el TCP dictó un fallo en el cual indica que la reelección presidencial en Bolivia solo puede hacerse «una sola vez», ya sea seguida o discontinua, y que la reelección indefinida «no es un derecho humano». Esto contrasta con lo que se realizó durante el gobierno de Morales, que es el dictamen de que la reelección indefinida sí es un derecho humano.
Sea o no la división del MAS un mero estratagema para confundir a la población, lo cierto es que está dando resultado. El país cuenta con una oposición dividida, en la cual cada vez más, unos y otros anuncian su candidatura presidencial para 2025, fragmentando así las opciones. Y la población, sin un liderazgo claro antimasista, no tendrá de otra más que elegir entre Arce y Morales.
AGENCIA FARO. Círculo Tradicionalista San Juan Bautista
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