Europa y los abusos

AP, J. F. Badias

El pasado lunes, el Parlamento Europeo votaba una iniciativa de la Comisión de Libertades Civiles a favor del control de la privacidad. El propósito era atacar la práctica de los abusos sexuales infantiles compartidos por Internet. Pero si nos fijamos en los términos, no se está condenando algo propio de una sociedad degenerada y putrefacta, como es la pornografía infantil. No, la condena es al abuso. Si leemos entre líneas, la diferencia entre un hecho pornográfico infantil y otro que no lo es estriba en el abuso, es decir, en la falta de libertad de la víctima o, usando terminología más de moda, en la falta de consentimiento.

Hasta este punto de locura generalizada hemos llegado, que nos impide calificar la maldad de los actos en sí, y nos vamos por las ramas de las sensaciones y de los consentimientos varios. Mi pregunta es, dada la ideología deconstructiva imperante, en la cual cada uno puede ser lo que desee, ¿y si esos niños se sintiesen adultos? Si así fuese, ¿no sería más políticamente correcto permitir la divulgación del contenido? O visto desde otro punto de vista, si procesamos a un pederasta por abuso infantil y el alega que se siente un niño de doce años ¿debemos condenarle?

A estos absurdos hemos llegado en la práctica. Nuestra sociedad nihilista es incapaz de tener la gallardía de calificar la maldad o bondad de los actos, y nos contentamos de forma pusilánime con opiniones, propias de mentalidades inmaduras y débiles.

Estos comportamientos de idiotez colectiva tienen su panacea en la votación de este pasado lunes del Parlamento Europeo. Este parlamento es una institución de la UE orientada a la democratización institucional y obediente a la agenda internacional nihilista de destrucción de la naturaleza humana. No legisla con la realidad de los hechos en la mano, sino utilizando el concepto de libertad moderna, ya manido y desquiciado, que lejos de paliar el problema, recorta sus consecuencias más aberrantes, a la vez que normaliza sus bases originarias.

Miguel Quesada, Círculo Hispalense