Burger King: ¿Campaña blasfema?

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Se ha hecho viral en los últimos días una desafortunada campaña de Burger King en la que se utilizaban las palabras que pronunció Jesucristo en la Última Cena (y que se emplean actualmente en la Consagración) para promocionar una hamburguesa vegana que han sacado recientemente al mercado. Entre otras frases usadas durante la campaña, se encuentra la siguiente: «Tomad y comed todos de él. Que no lleva carne». Debido a las ofensas que ha provocado tal acto entre muchos católicos, sobre todo en redes sociales, la empresa de comida rápida ha anunciado el inmediato cese de la campaña. Todo sea por dinero.

Medios católicos muy conocidos no han tardado en tildar a la campaña de «blasfema», a la vez que numerosos sacerdotes y usuarios (algún político reconocido entre ellos) han llamado al boicot a Burger King a través de redes sociales, proponiendo que los católicos dejen de acudir a dicho restaurante por haber ofendido «el sentimiento religioso de muchas personas». La actuación de Burger King es a todas luces penosa. Pero no es menos cierto que la actitud del sector católico es algo incongruente.

Punto número uno: la campaña de Burger King es lamentable, pero no por el hecho de que ofenda a los católicos, sino porque banaliza y atenta contra algo sagrado: el Misterio de la Eucaristía. No sé si la campaña llega a ser blasfema, pero lo que sí es blasfemo es criticar esta campaña por el mero hecho de que ofenda a un colectivo determinado y no porque ataque uno de los puntos más esenciales de la Fe católica. Con esta actitud se pretende defender a la Eucaristía desde una perspectiva puramente subjetiva, que merece ser respetada solo porque mucha gente cree en ella y no por el propio respeto que merece en sí misma. Desde esta perspectiva, el día que ofenda a mucha gente decir que dos más dos es igual a cuatro, habrá que dejar de decirlo.

Punto número dos: pretender un boicot a esta multinacional es absurdo y demuestra no ser conscientes del mundo en que vivimos. Me pregunto si estos católicos hacen también boicot al Corte Inglés porque hace años hizo un anuncio promocionando la homosexualidad; me pregunto si hacen boicot al hospital público de al lado de su casa porque en él se practica el crimen del aborto, y en su lugar se van a una clínica privada; me pregunto si hacen boicot a todo Hollywood y prefieren no ver ninguna película salida de ahí porque es una empresa que promociona constantemente propaganda anticatólica, LGTBI, etc. Vivimos en una sociedad radicalmente (etimológicamente hablando) anticristiana. Estas actitudes de boicotear son totalmente irracionales y denotan un intento de imputarse una responsabilidad que no puede achacarse una persona: acabar con todo el mal en el mundo.

No es una actitud derrotista la que propongo, sino una propuesta de tomar conciencia de que la sociedad actual está herida desde su raíz, por lo que actuar conforme a esta actitud puritana, supondría lisa y llanamente no poder vivir: tendríamos que prohibir el colegio para nuestros hijos, no podríamos trabajar en el sector público, no podríamos comprar en el supermercado porque no sabemos en qué se va a emplear ese dinero… Pero esta cuestión podría desarrollarla mejor un moralista.

Por otra parte, el problema de fondo que se esconde detrás de este asunto es un problema de libertad de expresión. Estoy casi seguro de que todos los católicos ofendidos por esta campaña están totalmente a favor de la libertad de expresión. Sin embargo, conciben ésta como un derecho abstracto cuyo único límite es no ofender el sentimiento de terceros. Es decir, es una concepción relativista que no se fundamenta en la verdad de las cosas, sino en meras opiniones subjetivas. Desde esta postura, ninguna crítica está correctamente fundamentada, pues depende de la simple opinión de cada uno considerar lo que ofende y lo que no ofende. En definitiva, la libertad de expresión ha de ser ejercida con prudencia y depende de la verdad de lo que se esté expresando.

Javier C. Díaz Perfecto, Navarra