Desde Frohsdorf. La bandera del castillo

Castillo de Frohsdorf

Desde el Círculo Tradicionalista Gaspar de Rodas de Medellín, Juan Pablo Timaná nos envía este artículo publicado en EL CORREO ESPAÑOL el día 6 de junio de 1913, cuyo autor fue Cirici Ventalló.

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Una de las sensaciones más gratas que percibe el viajero español que viene a Frohsdorf, es la de ver mucho antes de llegar el tren á Klein-Wolkersdorf, la bandera española, que corona el castillo-residencia de Don Jaime.

Después de tres días de viaje por tierras extrañas, cansados de escuchar esta ingrata habla alemana, que suena tan mal en nuestros oídos latinos; fatigada la imaginación por el esfuerzo mental que supone hacerse comprender mediante señas por una gente que no entiende de señas; molidos por la tortura mayor que puede sufrir un español: el tormento del forzoso mutismo, a los pocos minutos de haber partido el tren de Wiener Neustadt, el viajero que contempla desde la ventanilla el amazacotado panorama, ve surgir de pronto, entre una frondosidad gris, un gran edificio, en el que ondea con arrogancia la bandera querida de la Patria lejana.

Se siente un impulso vehemente de saltar del tren en plena marcha para llegar antes. Parece que todo se anima en nuestro alrededor, que sonríe el paisaje y que aquellos hombres altos y gruesos, que dan voces inarmónicas y desaforadas, se vuelven de pronto amables y simpáticos, y encontramos bella á un marimacho coloradote que va en nuestro departamento y nos dan ganas de dar un abrazo al revisor del tren, que asoma por el vagón para participarnos que la próxima parada es la de Klein-Wolkersdorf.

Lo entendimos tan bien esta vez, que llevamos nuestro optimismo hasta el extremo de imaginar que el alemán no es un idioma difícil y desagradable. ¡Tanto pueden los efectos maravillosos producidos por la visión de la bandera de la Patria!

Ningún español necesitaría que le guiasen para llegar hasta el castillo.

Atrae la bandera que flota, que lucha brava contra la dureza de estos vientos del Norte.

A veces, por un momento, aparece dominada, y la tela se arrolla al asta, como si quisiera fortificarse, concentrando sus energías. En aquellos instantes, el viento silba victorioso, pero en seguida la bandera vuelve a desplegarse, arrogante, mostrando con orgullo la corona real y los cuarteles gloriosos de León y de Castilla.

Así es nuestra España. Yo he creído ver en la diaria pelea que la bandera del castillo de Frohsdorf riñe con esos vendavales, que surgen de las cercanas sierras de Hungría, eternamente blanqueadas por la nieve, una imagen fiel de la historia de los triunfos y de las desventuras del pueblo español, que resistiendo al agobio de las adversidades, también se desplegará, bravo y altanero, algún día, como este pabellón rojo y gualdo que corona el palacio de la caballerosidad proscripta, refugio de nuestras esperanzas redentoras.

Cirici Ventalló.

Real residencia de Frohsdorf, 1 de Junio de 1913