«Tiquitaca» delenda est

Se acabó. Ya basta. El «tiquitaca» debe ser erradicado de la faz de la Tierra. Lo que con una supina soberbia y fanfarronería los medios han denominado como «jugar al fútbol» representa la decadencia, la irracionalidad, lo afeminado, lo flojo, lo demócrata, el «sangrehorchatismo», la mejor y más elaborada coordinación de los hombres-soja para llegar al fin del mundo del fútbol. El «tiquitaca» es al fútbol español lo que el Régimen del 78 es a nuestra Patria. El «tiquitaca» es la «charocracia», son los futbolistas tatuados y depilados, sin virilidad ni vigor, con implantes capilares; el «tiquitaca» son las mujeres comentaristas, el puritanismo secularizado del juego limpio, las entradas suaves, las caricias, los hoteles de cinco estrellas, Jorge Javier Vázquez y el masajito al pobre millonario que se cansa de hacer lo que más le gusta y poder vivir de ello.

Liderando la selección nacional del «tiquitaca» tenemos a Luis Enrique.  Todo en él es pura soja, con esos ramalazos Nueva Era y esa chulería de progresista de sauna y aficionado ciclista en mallas. Quién lo compara con don Luis Aragonés (q.e.p.d.) que, a decir verdad, también representaba lo decadente del Régimen del 78 y que nos introdujo en el «tiquitaca» al igual que el franquismo a la democracia liberal pero que, con todo, estaba hecho de otra pasta; de fabada, chuletones, tragaperras, tabaco, vino, cañas y pinchos de tortilla. Luis Aragonés, con sus defectos, tenía algo de la esencia hispánica de la que Luis Enrique carece por completo.

Y claro, un hombre soja solamente seleccionará a niños soja. Impúberes a los que no se les puede culpar de mucho pues, al fin y al cabo, son hijos de su tiempo. Ellos solamente piensan en guarrerías, Tiktok, Instagram y jugar a los videojuegos. No saquen más, porque el que quiera profundizar un poquito más saldrá, seguramente, simpatizante de Íñigo Errejón. Los que tanto critican (muchas veces con razón) a la generación boomer no sé si es que son ciegos o directamente no son conscientes de que cada generación es peor que la anterior, al menos así ha sucedido en los últimos decenios. El nivel de afeminamiento asusta y una selección inferior como Marruecos nos supera en todo. En todo, claro,  menos en el «tiquitaca».

Al contrario de lo que dicen los medios de manipulación, hay muchas formas de jugar al fútbol y el «tiquitaca» no es una de ellas. Queremos catenaccio y fútbol ultraofensivo. Queremos pases en largo, contras velocísimas, entradas fuertes, zambombazos de 30 metros, jugadores «chupones» y disparos a puerta, muchos disparos a puerta. A la posesión que la parta un rayo, no sirve para nada sino para aburrir al personal. La posesión es ensimismamiento onanístico del que entiende el fútbol como un rondo. 

Porque nosotros, tradicionalistas, sabemos que el fútbol es vano entretenimiento, posiblemente salido de las logias, circo del Sistema que, habiéndonos robado y usurpado todo, nos da a cambio comida procesada (con mucha soja) y circo. Pero claro, es que hasta el circo nos han quitado. Porque esto no es circo, es tragedia cutre y metafórica de a lo que ha dado lugar, en realidad todo el liberalismo, desde la usurpación a la situación actual, sin excepción, y que, si Dios no lo impide, representa el triste presagio de lo que a nuestra desventurada España le pasará con el vecino mahometano al otro lado del Estrecho.

Fernando Arias, Círculo Tradicionalista Juan José Marcó del Pont (Vigo)