El mártir Tomás Cuartero Gascón

A pesar de incertidumbre de la situación política, Tomás dio un paso adelante

Tomás Cuartero Gascón

Desde que S.M.C. Don Carlos VII instituyera por carta al Marqués de Cerralbo la fiesta de los Mártires de la Tradición en el 10 de marzo (fecha en que murió su abuelo, Don Carlos V, el primero de la legitimidad proscrita), este mes es para los carlistas «el mes de Mártires». Por esa razón, desde La Esperanza dedicamos esta serie de artículos a honrar tanto a los Mártires de la Tradición que dieron su vida por la Religión, la Patria y el Rey, como a los Mártires de la Fe que dieron su vida «in odium Fidei». Debemos advertir, sin embargo, que no pretendemos con ello recabar para los primeros el culto debido a los segundos según la Santa Madre Iglesia. No todos los Mártires de la Tradición son propiamente Mártires de la Fe; no todos murieron de forma cruenta, y quienes sí lo hicieron no siempre fue «in odium Fidei». Finalmente, también dedicaremos varias entradas a honrar a quienes lucharon en defensa de la Religión contra la Revolución, aunque sus vidas y acciones no se circunscriban estrictamente a la experiencia española. 

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Tomás Cuartero Gascón había nacido en Tabuenca (Zaragoza) el 22 de febrero de 1915 en una familia cristiana. En 1927 ingresó el seminario de Belchite, pero en 1930 impresionado por la predicación de los padres pasionistas, optó por esta congregación, ingresando en ella en otoño de ese mismo año. 

Poco después tuvo que regresar a su casa, cuando en abril de 1931 se proclamó la II República. A pesar de incertidumbre y las dificultades de la situación política, Tomás dio un paso adelante y tomó el hábito en Corella el 22 de octubre de 1932, y el 19 de octubre del año siguiente hacía los santos votos con el nombre de Tomás del Santísimo Sacramento. Permaneció otro año más en Corella y en 1934 pasaba a Daimiel (Ciudad Real) para proseguir los estudios. En esta última localidad su convento fue atacado por un grupo de milicianos del PSOE la noche del 21 al 22 de julio de 1936. Los milicianos dividieron a los religiosos en dos grupos, de tal manera que, en el que integraron a Tomás también se encontraba un hermano suyo, de nombre José María. Todos ellos fueron conducidos a Manzanares, donde donde fueron fusilados. A pesar de la gravedad de las heridas, ni Tomás ni su hermano fallecieron en ese momento. Fueron evacuados al hospital.

La mañana del 23 de octubre de ese mismo año, las milicias socialistas deciden sacar del hospital a los religiosos que habían sobrevivido. Ese mismo día fueron fusilados definitivamente. 

El 23 de abril de 1941 se trasladaron sus reliquias a la Cripta de los Mártires de Daimiel.

Margaritas Hispánicas

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