ESPAÑA, MADRID – Ayer tuvo lugar el cumplido homenaje a don Luis Infante de Amorín en Madrid. La asistencia superó holgadamente el centenar de personas, entre los presentes en la misa y en la sesión de las Conversaciones que le siguió, tanto presenciales como telemáticos.
La Comunión Tradicionalista mandó una misa funeral, que se celebró en la capilla Santiago Apóstol de Madrid a las cuatro de la tarde. El oficio de requiem, con el imponente monumento armado vio coronada su solemnidad con una acertada homilía.
El preste animó a esta Iglesia militante a cultivar la esperanza, confiando en la misericordia divina para con nuestro querido correligionario: «a quien me confiese ante los hombres, Yo le confesaré ante mi Padre». Verdaderamente don Luis luchó el buen combate al defender los derechos de Dios y su reinado en España, fiel al Rey legítimo.
Toda patria tiene su ser, y ése es el de España. Tantas veces nombró el señor Infante a la Comunión la España remanente, la continuidad de España. El reinado social por el que luchamos no es sólo esa Cristiandad perfecta, de la Segunda Venida. Sino ésa no tan perfecta, de leyes humanas fundadas en el amor de Dios y la unidad de religión que el seglar tiene obligación de buscar bajo sus jerarquías naturales.
Luis Infante en la Comunión asturiana
Al término de la misa, los correligionarios se trasladaron a la sede de la Fundación Elías de Tejada, donde el Círculo Cultural Antonio Molle Lazo acogió las Conversaciones de la Esperanza en una sesión de homenaje. Ésta se celebró en el lugar y fue también retransmitida a través de la plataforma telemática habitual.
Antonio Capellán, Jefe regional de la Comunión en Asturias y Presidente del Círculo ovetense Vázquez de Mella, fue una de las representaciones peninsulares. Amigo de muchos años de don Luis, ilustró a los asistentes sobre alguno de sus buenos servicios y del curso de su vida.
Siendo casi un crío, Luis Infante conoció providencialmente a D. Jesus Evaristo Casariego. Y abrazó de él la Causa que era suya y es nuestra Causa, la de España, en la que perseveró toda su vida Luis.
Se incorporó a la Comunión en una época de crisis, de descomposición revolucionaria del país. Vivió la desaparición de los círculos antiguos, pero, pese a eso, también se imbuyó de buena parte de la vida de la Comunión anterior a la defección hugonote.
En ese marasmo, Luis vislumbró con claridad que la supervivencia de la Comunión exigía reunirse entorno a S.A.R., Don Sixto Enrique de Borbón. Figura fulgurante, gozaba de la virtud para desenvolverse especialmente bien para los jóvenes, con gran capacidad para atraer y convencer.
Personalidad abrumadora, con conocimientos sólidos multidisciplinares, pero especialmente en materia religiosa y política. Supo distinguir y labrar la sangre nueva que era precisa para la recuperación de la Comunión, la cual fue difícil en Asturias.
Nunca perdió el ánimo, no desesperó: aun en épocas sin presidentes o sin jefes, perseveró. Sin caer en posibilismos ni liberalismos, fue encajando las personas donde mejor podían funcionar, manteniéndolas unidas.
Atesoraba una memoria indeleble de todos los actos e hitos señalados, ejercitó una capacidad organizativa fuera de lo común para impulsar múltiples actividades con pocos medios, que han dado tantos frutos.
Destacó claramente por su conocimiento operativo e influencia en la prensa, explotando la presencia carlista en beneficio del fortalecimiento y crecimiento de la Comunión en Asturias. Con justicia, a él se le debe la sede actual, volumen, la calidad y la organización del actual Círculo de Oviedo.
Siempre mostró una diligente preocupación por la formación: no puede defenderse lo que no se conoce. Soportó y rechazó las tentaciones caudillistas, el activismo inane y otras frivolidades.
Es obligado ponderar su generosa labor religiosa. Luis Infante fue uno de los primeros en promover la misión permanente de la HSSPX en Asturias, que duró ininterrumpidamente durante más de treinta años hasta el confinamiento, desde los ochenta.
Defendía la verdad meridiana de que un tradicionalismo político es contradictorio sin un tradicionalismo religioso. En una palabra, Antonio Capellán lo califica también de insustituible. Pero, a semejanza suya, como la falta de Evaristo le acicató a él, de igual modo debe empujarnos don Luis a nosotros. La Causa y la Patria nos sobrevive a todos y nos reclama a todos.
Tras Antonio Capellán, habló Enrique Cuñado, presidente del Círculo Tradicionalista Enrique Gil Robles de Salamanca.
Agencia FARO/Círculo Antonio Molle Lazo de Madrid
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