San Cristóbal: un pueblo y una feria desolados

F. Montes

Táchira es uno de los sectores más castigados por la crisis sanitaria e institucional que afecta a toda la república venezolana. Ya es sabido que su sistema hidroeléctrico falla constantemente, a lo que se añade la falta de insumos médicos y de alimentos para una población, que vive en la más absoluta miseria.

A mayores de lo expuesto, el territorio está dominado por la acción represiva y criminal de diversos grupos armados, militares y paramilitares, que se reparten los sectores a su antojo, ejerciendo especial control en las fronteras y trochas por las que la población colombo venezolana pasa de un lugar a otro.

También es constante el cobro de peaje y «vacuna» con que extorsionan a las personas que se encargan de los comercios, y a aquellas que hacen colas en las estaciones de gasolina para llenar el tanque de sus vehículos (porque el sistema de transporte público prácticamente no existe).

Por estas fechas, se recuerdan con nostalgia los años pasados de prosperidad de los que gozó la población, especialmente durante la Feria Internacional de San Sebastián, que era referencia a nivel nacional y uno de los eventos religiosos y recreativos más importantes de toda la región.

En ella, principalmente antes de que se concentrase en un pequeño sector llamado Asogata, se surtían los abastos de todos los habitantes con dulces y comidas, llegaban comerciantes de otras regiones, se celebraba un desfile con llamativos carruajes y bandas de guerra organizadas por instituciones educativas y culturales, y se escogía una reina de belleza. No faltaban bailes y bebidas, además se disfrutaba la fiesta taurina. Por ello, el Táchira era referencia de la tauromaquia en toda la República, y muchos de sus hijos fueron conocidos como destacados promotores de la fiesta brava en todo el país.

Los orígenes de esta feria se remontan a los primeros siglos del dominio español, y deriva de las fiestas que celebraba la población en honor a su patrón llamado San Sebastián, a quien (según la hipótesis histórica más difundida) se le agradecía su intercesión para lograr que se pacificase la zona ante los ataques de los indios, que eran especialmente diestros en el manejo del arco y la flecha. Se acabó sustituyendo así la devoción al antiguo patrón de San Cristóbal, en honor de quien la capital del sector todavía lleva el nombre.

La fiesta seguía conservando algún elemento piadoso como su propia denominación indicaba. Tenía lugar un gran desfile religioso, que partía de diversas zonas de la ciudad, desde donde llegaban los fieles a la catedral para celebrar la festividad del patrono, 20 de enero, a quien luego se le cantaba una emotiva serenata con distintas bandas musicales.

La mencionada feria fue secularizándose cada vez más, siendo por esa razón muy criticada desde ámbitos eclesiásticos, aunque no por ello dejó de ser motivo de orgullo y cariño de los tachirenses por su patria. Resta decir que la feria se ha abandonado este año, después de llevar varios con una notable decadencia.

Queda rogar a Dios, con especial devoción al Santo Cristo de la Grita, a la Consolación de Táriba y al santo patrono San Sebastián, que rescaten al noble pueblo andino que hoy perece.

Agencia FARO, Venezuela. H. Hernández