De diablos y música (I)

Detalle de "el carro de heno" de El Bosco

Debemos a Platón la primera elaboración de las relaciones entre la Ética y la Música. El filósofo griego asociaría un ethos, un carácter distinto, a cada una de las melodías construidas con determinadas escalas o harmoniai, condenando a una especie de purgatorio musical a las melodías que favorecían el vicio en lugar de la virtud.

También en la Edad Media se calificó al intervalo de tres tonos, disonante, como Diabolus in Musica. Pues pareciera que estos diablos se hubieran hecho también con el dominio de una de las técnicas más conocidas de la llamada Armonía musical: la modulación. De hecho, la modulación consiste en pasar de una tonalidad a otra utilizando lo que se viene a llamar «acordes puente», es decir, el uso de un «acorde bisagra» a modo de transición.

El llamado «acorde puente», por tener notas constitutivas de ambas tonalidades, haría casi imperceptible al oído este deslizamiento armónico. Y siendo la naturaleza de los diablos tan torticera, tan astuta y tan mendaz, pareciera que se hubieran hecho maestros en las artes de la modulación musical para usarla a su antojo en otros campos y movernos a todo tipo de perversiones morales.

Así, apuntalándose en algo aceptado como verdadero o virtuoso (es decir, la «tonalidad de origen»), toman de modo falaz algún componente o rasgo de esto para, a partir de ahí, establecer un acorde puente que nos deslice hacia la nueva tonalidad querida por ellos, es decir, la azufrosa.

He aquí algunos ejemplos de nuestra modernidad: ¿Que Nuestro Señor Jesucristo y los santos de nuestra Tradición nos enseñaron el valor de la oración para adentrarnos en la propia alma buscando a Dios con el fin de −en palabras de Santa Teresa de Ávila en sus Moradas−«con cuantas diligencias pueda, hacer su voluntad conformar con la de Dios»? Pues allí los diablos toman la parte por el todo (también son expertos en falacias) y, ese adentrarse en lo interior y en el apartamiento del mundo lo toman como acorde puente para difundir esto que llaman «meditación», o relajación new age, o cualquier cosa parecida, de modo que ya la «nueva tonalidad» sea un estado sin Dios

¿Que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza? ¿Que Dios hizo bueno, y así lo reconoció, todo lo creado? Pues tomando esta tonalidad de origen y omitiendo el rasgo de la caída original, de nuevo fermentan ahí su acorde puente (con la nota común de lo bueno de lo creado, pero omitiendo lo segundo). Y así, la pedagogía postmoderna de corte rousseauniano deriva en una pseudoeducación que niega la tendencia al mal y la asimila.

De esta manera, entre modulaciones de luces a sombras, van ellos buscando la manera de urdir las sinfonías de nuestro vivir a su modo. Pero sabemos que la modulación puede hacerse también en sentido contrario a la que ellos pretenden. Y como no estamos solos, podemos pedir el discernimiento y el empuje para guiar las voces a una nueva claridad. Que Dios nos dé este discernimiento y la fuerza para revertir el eco de aquel coro de oscuridades y que, como rezó Santo Tomás de Aquino, en esta y en todas las modulaciones nos dé «acierto al empezar, dirección al progresar y perfección al acabar».

Helena Escolano, Margaritas Hispánicas