La Semana Santa de Popayán y sus procesiones desaparecidas

C. Arango

Reconocidísima es la Semana santa de Popayán, no ya por sus impresionantes procesiones sino también por las bellas imágenes que actualmente se usan en ellas, de las cuales, algunas datan del siglo XVII. Sin embargo, es de especial interés señalar que tan venerable tradición ha sufrido muchos cambios a lo largo de los siglos, teniendo algunas procesiones que con el tiempo simplemente desaparecieron por diferentes motivos.

La primera de las procesiones desaparecidas fue la del Domingo de Ramos, donde se exhibía la imagen de Jesús entrando triunfante en Jerusalén montado en un asno. Tal procesión era concurrida por un gran número de feligreses de poblaciones aledañas, muchos de ellos indígenas. El cronista colombiano José María Vergara y Vergara narra la procesión:

«El Domingo de Ramos, las alegres campanas de la iglesia de la Compañía se adelantan al sol, llamando a todo el pueblo a que vaya a cantar hosannas en el triunfo del Hijo de David. No describiré la función de iglesia, porque ella es igual en todos los países cristianos […]. Los indios de Yanaconas, Puelenje, Julumito, Tambo, Puracé y demás pueblos que rodean la ciudad, han buscado en los montes, con anticipación, la palma real, consagrada especialmente al Señor, para adornar su triunfo».

En el año 1909 el Ilmo. y Rmo. Sr. D. Manuel José Caicedo, obispo de Popayán, decide reemplazar esta procesión por la del Ecce Homo y el Amo Caído en vistas a que la primera había dejado de celebrarse hacía 1900. Es de destacar que la procesión del Domingo de Ramos originalmente partía desde la Catedral de Popayán. Sin embargo, la catedral fue destruida en el terremoto de 1885. Luego de eso, cambió su punto de partida a la Iglesia de San José.

La última procesión desaparecida fue la llamada procesión de la Soledad. Esta procesión se realizaba el sábado santo y era exhibida la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, transportándola desde el centro de la ciudad hasta el Templo de La Encarnación. Se realizó durante todo el siglo XIX y fue reemplazada por la procesión al Señor Resucitado. De nuevo el cronista José María Vergara habla, esta vez a propósito del sábado santo:

«El Señor está en el Sepulcro. La Virgen está de duelo. Los fieles oran… En vez de las campanas, que callaron desde el jueves, suenan las ásperas matracas, como si dijeran: ¡Dormid ya y descansad! ¡No pudísteis velar una hora! El día se pasa en los rezos, hasta la hora en que la iglesia vuelve a encender el fuego simbólico y celebra otra vez la Resurrección del Redentor».

FARO/Círculo Tradicionalista Gaspar de Rodas. E. Jiménez