¿Hay lugar para los afganos? (y II)

Grupo de afganos en el aeropuerto de Bogotá. EFE.

El Círculo Gaspar de Rodas no tiene ninguna acusación contra la persona de Dasuki, quien dice respetar todas las religiones. Como tradicionalistas afirmamos que sólo debería existir libertad para la Fe Verdadera, la Católica y si bien los musulmanes de Colombia nunca han causado ningún daño, no es razón suficiente para apoyarlos. Incluso existen rumores de la conversión de indígenas wayúu a la secta de Mahoma, los cuales parecen ser casos anecdóticos y de poca relevancia.

Los afganos, sin embargo, son distintos a los árabes. Estos últimos vinieron como comerciantes, provenientes en su mayoría del Líbano, donde ya vivían con pocos conflictos con los cristianos. Como ya se mencionó en la primera parte de este artículo, no hay muchos detalles sobre los afganos que vienen a Colombia. De hecho, es posible incluso que la élite servil ignore las diferencias étnicas entre los propios afganos.

¿Vendrán pastunes o tayikios? ¿Hablan persa darí? ¿En verdad podemos confiar que se mantendrán de manera temporal hasta que ingresen a los Estados Unidos? La respuesta a estas preguntas tardará, pero debiera extrañar a nadie que la prensa liberal mejore la imagen del mahometanismo ante la opinión pública.

La ciudad de Bogotá ya posee una mezquita y esperamos que no se construya otra. Tampoco extrañaría si entre los afganos hubiera unas cuantas personas occidentalizadas dispuestas a dar clases de democracia. Y ni hablar de las feministas, quienes desde ya deben estar buscando la próxima Malala y preparando un video explicando las razones por las cuales los colombianos somos machistas.

¿Hay lugar entonces para los afganos? La opinión del autor es que hay lugar para aquel que esté no sólo dispuesto a aceptar la cultura colombiana, sino a Nuestro Señor Jesucristo. Si nos remontamos a Francisco de Vitoria podemos afirmar que es lícito aceptar extranjeros si pueden aportar a la res publica, como en el pasado se aceptaron sirios y libaneses.

Por desgracia, los mejores escenarios son solo hipotéticos. Para el Estado, los 4000 afganos son únicamente una estadística: una cuota a cumplir para complacer al Tío Sam. Lo mejor hubiese sido no aceptar a ningún inmigrante, mucho menos durante la actual crisis sanitaria y económica. Y si algún afgano desea quedarse, quiera Dios que encuentre la Fe Verdadera en esta tierra y los salve de ser peones del globalismo o de los talibanes.

Carlos Restrepo, Círculo Tradicionalista Gaspar de Rodas de Medellín