Entrevista a «Mesetario», una voz del campo español (y III)

Las tierras de Mesetario después de la cosecha. Foto Suero Camposanto

***Tercera y última parte de la entrevista que Mesetario ha concedido a La Esperanza***

¿Qué saberes prácticos asociados al campo crees que corren peligro de desaparecer?

Creo que hay muchísimos que corren el riesgo de desaparecer. Hoy hay mucho joven agricultor, “muy preparado”, que puede saber mucho de mecánica o de poner un GPS y una autoguía al tractor, de variedades y nuevos cultivos. Pero eso saberes tradicionales que se transmitían de generación en generación y que quien los había recibido los dejaba al que venía detrás, sí que en cierto modo se están perdiendo por culpa de esa cultura actual de exaltar la juventud y despreciar a los mayores, porque despreciando a los mayores también estamos despreciando sus saberes y sus consejos. Son ese tipo de saberes que tenían que ver con lo más íntimo de la agricultura y de la tierra. El saber cuando esta última está buena para sembrar y cuando no lo está y saber cogerla en su punto dependiendo del tipo de tierra. Aquí por ejemplo tenemos tierras que llamamos orazas que son tierras más arcillosas, más cargadas y que cuando llueve se encharcan con mucha facilidad pero luego con el calor se secan mucho y se endurecen. También tenemos casquero, que es una tierra mucho más suelta y que es más fácil cogerla en su punto. Ver si una cebada está buena, si le falta para granar o ya está granada. Mismamente en el huerto saber cuando los tomates piden agua o cuando lo que piden es un cavao. Todas esas cosas se hacen ahora un poco al tuntún , como se suele decir, porque los agricultores nuevos no poseen el recurso de esos conocimientos heredados que te permiten conocer bien tu oficio. Es una pena porque esos saberes prácticos no se aprenden en un libro ni en una FP de agricultura sino que solamente se pueden recibir de quién a su vez ya los había recibido, es decir, de quién ya tenía esa experiencia acumulada de años. Y debido a esta ruptura generacional cuando la gente que ahora tiene entre setenta y ochenta años muera, todo este legado, que no es sólo de conocimiento agrícola sino que también tiene un valor etnológico y patrimonial porque cada tierra tiene el suyo, desaparecerá con ellos.

Otro de esos saberes prácticos abocado a la desaparición es, sin duda, el de barruntar por dónde viene el tiempo, si unas nubes amenazan lluvia o tormenta en los próximos días etc. ¿Algún comentario al respecto?

Conocer a través de los elementos del cielo y del terreno el tiempo que más o menos va a venir, anticiparlo, es algo que muchos de estos agricultores actuales ignoran y sin embargo antiguamente cualquier labrador, pastor o persona del campo sabía muy bien cómo hacer. Es algo que también está a punto de perderse. Cada sitio tiene su forma de prever ese tiempo que estaba por venir. Aquí, en mi pueblo, por ejemplo, siempre le he oído decir a mi abuelo “Cuando viene la vega cerrá viene de temporal”, es decir, cuando viene cerrao o nublao por la vega viene agua de temporal, no es una tormenta pasajera, es agua que va a estar cayendo bastante tiempo. También anticipar a través de las nubes que se ven cuando se va a formar una tormenta. La importancia también del refranero popular. Recuerdo que mi abuelo decía “Cuando la niebla se agarre al cerro échale paja al becerro” Quiere decir que cuando la niebla está en el cerro, aquí llamamos cerros a las cuestas que están en los lados de la vega, donde llegan al páramo, vienen días de bastante lluvia y hay que echar paja a los animales porque van a pasar tiempo en el corral sin salir a pastar. Luego también está el saber cómo afecta el tiempo en cada determinado momento a la cosecha. Por ejemplo, aquí en mi pueblo se dice que el año que es bueno de arriba es malo de abajo. Es decir, el año que viene la primavera lluviosa, sobre todo el mes de mayo que es cuando más interesa que llueva para el cereal, en el páramo donde se siembra el cereal va a venir una buena cosecha sin embargo para el huerto que se siembra en la vega viene malo porque es una tierra más pesada, más arcillosa y tanta agua no le viene bien. Otros ejemplos, “Agua por San Juan quita vino y no da pan”. Es decir, no interesa para el campo que llueva por el mes de junio, como ha llovido este año, porque ya la cebada y el trigo están más o menos granados y espigados y ese agua no le favorece nada y a la viña de cara a la cosecha en septiembre tampoco. “Truenos en marzo el celemín y el mazo; truenos en abril la media y el celemín” ¿Qué quiere decir? Que cuando vienen tormentas en marzo va a ser mal año de cosecha y si vienen en abril va a ser buen año. Y todos estos refranes me los sé de memoria porque en su día presté atención a lo que me decían mis abuelos u otras personas mayores del pueblo. Esa memoria antigua es muy importante de cara a tomar decisiones prudentes en el presente. Aquí en mi pueblo es célebre una tormenta que hubo en el año sesenta y dos, en muy poco tiempo cayeron muchos litros, y arrasó las vegas y arrastró piedras causando un gran destrozo. Aquello está en el recuerdo de los mayores pero mucha gente no hace caso de ello y se piensa que esas cosas pasaron y ya no van a volver a pasar y se ha construido en sitios donde no se tenía que construir, barrancos por ejemplo. El año pasado el día veinticinco de mayo, cayó otra tormenta como aquella, habían pasado sesenta años, pero los viejos advertían que tarde o temprano iba a volver a pasar. Pero la gente no les hacía caso y les decía, con esa suficiencia típica de la modernidad, que eso eran cosas de “viejos”.

¿Crees que sería importante para el campo robustecer la maltrecha y raquítica herencia de las antiguas tierras comunales que, a duras penas, sobrevive hoy en España?

Ahora está muy de moda reivindicar lo público, y estos pesados podemitas siempre están dando la lata con ello. Yo denosto lo público tal y como lo entiende nuestra clase política. Creo que es mucho más acertado el término comunal. Una gestión directa de la gente de cada lugar de sus propios recursos, eso es lo interesante. Lo público es un ente abstracto, moderno y para mí despreciable. Aquí tenemos un monte bastante grande de quejigo y antiguamente era un monte comunal. El pueblo lo gestionaba, se hacían carboneo, corte de leña etc. Ese monte a día de hoy pertenece a la junta de comunidades y está hecho una guarrería, espeso, lleno de retoños que impiden que ninguno salga adelante; en definitiva, es un monte perdido que nadie aprovecha. Sí, es público, muy bonito, ¿Y qué? Eso no vale para nada. Si el pueblo lo pudiera gestionar podríamos aprovecharlo de verdad. Lo tendríamos limpio, cortaríamos leña, estaría mejor protegido frente a posibles incendios y los robles podrían alcanzar un tamaño decente, pues ahora debido a la competencia feroz entre todos ninguno crece. Tanto que se llenan la boca de palabras como ecológico y sostenible…No hay nada más sostenible que la forma tradicional de gestionar el campo.

Así que sí, creo que es algo muy importante. Pero no sólo las tierras comunales, que quizás es algo que tenemos más presente debido al infame episodio de la desamortización, sino también los usos comunales. Aquí en mi pueblo, también en muchos otros de España, son típicas las hacenderas. Las hacenderas antiguamente se convocaban y eran de obligada asistencia para todos los hombres del pueblo. Por ejemplo, el día de San Pedro siempre se hacía una hacendera para arreglar en los caminos los destrozos causados por las lluvias o reparar las paredes que se habían ido cayendo por viejas o algún otro motivo. Otro día se hacía una hacendera para construir junto a algún manantial un pilón donde abrevaran las mulas y el ganado. Cosas que redundaban en el bien común del pueblo. Y como digo, eran de obligada asistencia, de hecho, como se decía antiguamente, se le echaba una multa a quien faltaba sin justificación. Por desgracia, todo esto se ha perdido. Yo sí recuerdo algún intento de hacer alguna cuando yo era niño para limpiar una fuente o recorrer un arroyo pero cada vez vivimos en una sociedad más individualista a la que le cuesta entender que se haga un esfuerzo o un trabajo en aras del interés general. Y dentro de eso, en mi pueblo, cuando llega el Patrón y se celebran toros, todavía se hace una especie de hacendera para montar todo el vallado de las calles de cara a soltar el ganado bravo. Nos ayudamos entre todos y lo hacemos. Otros pueblos contratan a alguien, lo monta y ya está. Que es a lo que va todo encaminado, a que todas estas cosas comunales y de socorro mutuo desaparezcan.

¿Crees que el supuesto plan de las administraciones para “salvar” lo que han convenido en llamar la España vaciada será más bien su puntilla?

Totalmente, es lo que pienso. En todo este proceso de desmantelar la vida rural de España que hemos vivido desde finales del franquismo, esto va a ser, como bien dices, seguramente la puntilla. Revestido de un renacer de lo rural va a suponer su entierro definitivo, porque al final se enfoca todo desde un punto de vista moderno, es decir, una visión que, desconociendo por completo su realidad, no tiene nada que ver con lo que ha sido el campo tradicionalmente. Yo llevo con las orejas en punta desde que se empezó a hablar en los medios de la España vaciada, porque fue todo como muy de repente cuando llevaban cuarenta años sin hablar de nosotros. Imaginaba que algo había detrás, pues nada sucede por casualidad. Siempre he pensado desde el primer día que se empezó a hablar de todo esto, recuerdo que se lo comenté a mi padre y también lo puse en redes sociales, que una de las medidas que se tomarían y estaba detrás era la de mandar inmigrantes a repoblar esas zonas. Tiempo después también leí un artículo en La Esperanza que venía a contar lo mismo. Si más de uno piensa una cosa es que algo hay. Y ya para confirmarlo, el otro día salió un ministrillo del gobierno, el Escrivá, diciendo que querían repoblar la España vaciada, como lo llaman ellos aunque es un término que a mí no me gusta, con inmigrantes. Todo este movimiento esconde maniobras turbias que sirven para cumplimentar su agenda y que nada bueno va a traer al mundo rural. Creo que a día de hoy, con la mano en el corazón, lo mejor que se puede hacer por la España rural es dejarla tranquila; llevamos abandonados cincuenta años y no nos va tan mal. Mejor que nos ignoren y no nos molesten.

Muchas gracias por colaborar con La Esperanza, Mesetario. Queda pendiente otra charla junto a la lumbre, acompañados de viandas y caldos de la tierra.

Suero Camposanto