«En el lecho de muerte de mi anglicanismo»

Plenaria de los obispos alemanes

Con este título comienza la introducción de uno de los libros recopilatorios de sermones parroquiales del cardenal Newman: «Yo me encontraba en el lecho de muerte de mi anglicanismo, aunque entonces solo poco a poco me iba dando cuenta de ello» (Apología 194).

En 1843 escribe una carta a su amigo y consejero espiritual John Keble, confesándole su posición respecto a la Iglesia Católica: «En el momento presente y en la medida en que soy capaz de darme cuenta de mis convicciones, me temo que considero que la Comunión Católica-Romana es la Iglesia de los Apóstoles, y que la gracia que hay entre nosotros (que, por la bondad de Dios, no es poca) es extraordinaria y procede de la superabundancia de Su Dispensación. Mucho más seguro estoy de que Inglaterra está en cisma, que de que las adiciones romanas al Credo Primitivo no sean desarrollos procedentes de un agudo y vivo entendimiento del Depósito Divino de la fe» (LD 9,328).

J. H. Newman

Newman veía cómo su acercamiento a la Iglesia Católica se producía paso a paso y que las decisiones que iba tomando le acercaban más y más a ella. De hecho, así lo veían sus más allegados amigos.

En aquella época le confía a su cuñado ante el repudio de los altos cargos de la «iglesia de Inglaterra» que le habían llevado a dimitir de su parroquia Saint Marys: «La verdad, pues, es que nos soy un hijo suficientemente bueno de la ‘iglesia de Inglaterra’ como para en conciencia, ostentar cargos en ella. Amo demasiado la Iglesia Romana».

Estas últimas entrañables palabras del santo cardenal pueden llevarnos a pensar en esos obispos de la iglesia católica alemana y en el último y esperpéntico sínodo y sólo queda pensar que han recorrido el camino inverso al que emprendió Newman. Él fue imbuido del amor a la Iglesia Romana cuando aún no pertenecía a Ella. Estos obispos, siendo hijos de la Iglesia han preferido renunciar a ella como Madre, Maestra y Esposa de Cristo. Ellos están en el lecho de muerte de su catolicismo. Sólo queda rezar por ellos.   

Belén Perfecto, Margaritas Hispánicas