El Rey Don Alfonso Carlos y los tratos con «Renovación Española»

El Rey de las Españas Alfonso Carlos I (1931-1936) posa junto con su sucesor el Rey de las Españas Javier I (1936-1977). (Fotografía de portada de "El Siglo Futuro" de 8 de Abril de 1936)

Cuando un grupo de intelectuales nacionalistas alfonsinos –autonombrados «monárquicos»– se escindió del partido democristiano Acción Popular a principios de 1933 para formar una nueva agrupación llamada Renovación Española, una de sus principales preocupaciones (por no decir la única) consistió en promover conversaciones y lazos con figuras destacadas del legitimismo con la intención de absorber y subordinar para sus particulares fines la enorme fuerza social que representaba la Causa antirrevolucionaria y de la que ellos carecían, apelando a la falaz consigna de «unidad de los monárquicos contra la República». El Rey Alfonso Carlos, dando una excesiva muestra de buena voluntad, permitió la realización de actuaciones puntuales en este sentido, si bien sometidas a rígidas condiciones que salvaguardaran la debida independencia.

No tardó mucho en arrepentirse al comprobar las reales intenciones de esos neomonarquistas maurrasianos, que, sin embargo, encontraban acogida en algunas personalidades del Carlismo atentas siempre a complacerles, figurando como cabecilla de esta actitud entreguista y traidora el Conde de Rodezno. Estos pensamientos del Rey los podemos ver reflejados en algunas de las cartas que dirigía al que tenía por «mi primer Gentilhombre [de Cámara]», el Marqués de Vessolla, y que han sido recopiladas por el investigador Ignacio Miguéliz Valcarlos en un libro publicado en 2017.

Así, en primer lugar, podemos citar, en relación a la coalición electoral TYRE creada en Marzo de 1933 para las elecciones generales de Noviembre, la Carta nº 192 (23/11/33), en donde el anciano Rey legítimo comenta: «La unión de las derechas era indispensable para el momento de las elecciones, pero después cada partido debe quedar libre». Y en la siguiente Carta nº 193 (16/12/33) precisa: «En cuanto a las elecciones, poco me alegré de la unión de las derechas, pero había que hacerlo para no ir contra la voluntad del Santo Padre, pero a nosotros nos hizo mucho daño. No nos dejaron por último más que 20 diputados, todos los mejores oradores nos los quitaron nuestros aliados. Quitaron a Senante que tuvo 75.000 voces [sic] en Alicante, quitaron a Urraca Pastor, al capellán de Burgos, …. A Chicharro, a Larramendi, a Salaberri, a dos de Córdoba y uno de Huelva, calculo 14 los que nos quitaron esos…. derechistas! Veremos ahora qué gobierno sale de las derechas, fácil sea Lerroux!!! […] Admirable es lo que Fal Conde está haciendo en Andalucía, donde tenía la mitad de la región, la occidental, Sevilla, Córdoba, Huelva y Cádiz y allí sacó 2 diputados carlistas en Sevilla (uno de ellos un obrero del ferrocarril) y 2 en Cádiz. Tenía ya 2 en Córdoba y 1 en Huelva asegurados, y los buenos!!! aliados se los quitaron, hubieran sido 7 diputados carlistas en 4 provincias. Ahora se ha puesto toda Andalucía, las 8 provincias bajo su dirección y sacará muchísimo. En Sevilla obtuvo que 3.500 comunistas pasen a nuestro campo. Es un hombre prodigioso! Mal anda el partido en Cataluña sin jefe y mediano en Valencia. Lo que pasó en Navarra para las elecciones fue admirable! copón! y hubiésemos sacado 7 diputados en lugar de 4 sin los aliados».

En su Carta nº 194 (24/03/34) afirma el Rey: «hay dificultades […] en Madrid con la Junta Central. Rodezno quiere estar bien con todos, y sobre todo con los de Renovación, y yo no quiero tales uniones. Don Alfonso quiere quedar lo que fue y no cederá el paso. Por lo tanto su partido sigue con él o con don Juan, yo quiero que nuestro partido no acepte compromisos. La unión sólo para elecciones o para votaciones tolero. Pero Rodezno se ata con los alfonsinos. Fal Conde trabaja muy bien, y le nombraré secretario político o representante regio para toda España. Lo que alcanzó en Andalucía es inmenso». A finales de 1934, los alfonsinos crearon el llamado Bloque Nacional con vistas a un más firme intento de mediatizar a los legitimistas en favor de la agenda de Renovación. Al respecto, en su Carta 196 (03/10/35) dice el Rey: «Mucha rabia me da que se tenga en estos días una reunión del bloque de Sotelo en San Sebastián, es una vergüenza que haya carlistas que asistirán a él!!». En el contexto de esta espuria «política de unión» con los neotradicionalistas, los rodeznistas presionaban para que D. Alfonso Carlos declarara sucesor suyo a Juan Battenberg, quien había escrito el 11 de Octubre una carta de adhesión a Acción Española, órgano cultural de aquéllos. Sobre esto, el Rey dice en su Carta nº 197 (23/11/35): «no quiero traicionar nuestro partido reconociendo a don Juan, en conciencia no puede suceder esto. Grandes elogios hizo don Juan en la carta a Ramón [sic] de Pradera y Solana! Poca honra es para ellos, que gocen confabulando con don Juan!!! […] El buen Fal Conde me secunda muy bien, es como un verdadero viejo carlista, no integrista». Y culmina diciendo en su Carta nº 198 (20/12/35): «Es increíble que haya juanistas entre los nuestros. Don Juan queda […] sucesor de su padre, no de mí. Esto debería bastar a los nuestros. […] Petra dice como tú: ¿para qué venir a la frontera [hispano-francesa] en lugar de quedar descansando en su casa?, todos estos trabajos, dice, no servirán para nada! Pero es deber de conciencia para mí, a pesar de que me recortara la vida tanto trabajar, agitaciones y disgustos. Lo sufro todo por amor de Dios y de España».

Félix M.ª Martín Antoniano