Elisa María Lozano, estudiante producto de la posmodernidad

La ceremonia de entrega de premios que ha celebrado la Universidad complutense el pasado día 24 de enero ha tenido una gran proyección en los medios de comunicación españoles.

La presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, del PP, asistió para recibir un galardón en calidad de antigua alumna. Frente a ella se alzó Elisa María Lozano Triviño —se le encaró, se podría decir—. Lozano Triviño es otra alumna premiada por tener la mejor nota de su promoción en Comunicación Audivisual. Hasta cierto punto una reacción no debería sorprender, porque la gestión de la presidente madrileña y de su partido conservador deja abiertas enormes posibilidades a la crítica de sus decisiones y, por supuesto, de sus principios liberales.

Después de observar el conjunto de la actuación de la comunicadora Elisa quienes sean ajenos al mundo de la Complutense podrían conjeturar que si Díaz Ayuso fue la cuota pepera de los premios, la alumna Elisa Lozano fue la cuota de Podemos en la ceremonia. La razón para suponerlo sería su ansia declarada por hacer cine político, verdaderamente político —¿estará pensando en otra película sobre la Guerra de 1936? —. Podría ser, no lo concretó.

Hipótesis al margen, al trasluz de su discurso, Elisa aparece como un producto de estos tiempos. Proclamó que tiene su título de mejor alumna por imperativo legal, pues según dijo «no lo quiero para nada y no lo rompo porque debe ser ilegal». A continuación, aprovechó para presumir ante sus compañeros de un falso igualitarismo —«los ilustres sois vosotros, etc»— pero el premio se lo queda ella.

Sin embargo, en su intervención tuvo un momento destacable y sincero: «yo no tuve la figura paterna, no tuve esa suerte». ¡Con lo esencial que es un padre para tener verdadero criterio! Todo un tratado de psicología aparece detrás de esta frase. A partir de este dato, su discurso siguió por derroteros personales y, por necesidad, con ribetes feministas: como «mi criterio está formado sólo por mi madre» puedo ser auténtica feminista, pareciera concluir en jerga posmoderna.

Al igual que en el caso de los jóvenes estudiantes premiados —la presidente pepera fue premiada pero ya no es ni joven ni estudiante— Elisa María Lozano comienza ahora en la universidad de la vida. Podrá decidir si aprovecha los puntos para el curriculum que ha logrado con su discurso para seguir rodando por la posmodernidad o si saca valor de esa sinceridad y del conocimiento de sus limitaciones para llegar un poco más lejos. Para transitar por este segundo camino tendrá que ir dejando al margen las ideologías que sustentan la cuota pepera/conservadora y la cuota podemita que en la Complutense haya aprendido.

Ana Herrero, Margaritas Hispánicas