Este martes 14 de febrero es la víspera del LXXXII aniversario de la muerte de la Reina Doña María de las Nieves de Braganza, esposa de Don Alfonso Carlos. Por esta razón, publicamos un artículo de Manuel de Santa Cruz, que puede encontrarse en Apuntes y documentos para la historia del tradicionalismo español (1939-1966), tomo 3, pp. 62-64. Nos lo ha remitido Juan Pablo Timaná, desde el Círculo Tradicionalista Gaspar de Rodas.
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El pueblo de Villaba, a pocos kilómetros de Pamplona, era, a pesar del número crecido de sus habitantes, unánimemente carlista. Le disputaba al de Mañeru el título de ser el pueblo más carlista de la ya suficientemente carlista Navarra. Cuando murió Don Jaime III, en pleno sarampión republicano de 1931, todo el mundo, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, guardó luto en Villaba. Con estos antecedentes se comprende mejor que en la gran movilización del Alzamiento del 18 de Julio escogieran para uno de los dos Tercios que formaron sus mozos el nombre de fuerte y reticente sabor dinástico de Doña María de las Nieves; el otro, llevó el nombre de Santiago. Años adelante, cuando fue insinuándose la candidatura de Don Juan de Borbón, decían con sorna que nadie sabía cómo se llamaba su señora porque ninguna fuerza de choque había aireado su nombre.
El Tercio de Doña María de las Nieves salió en los últimos días de julio [de 1936] al mando del comandante Amigót para Endarlaza, tomando parte en la conquista de Irún y cubriendo el flanco de Jaizquíbel en el avance hacia San Sebastián. Continuó luego toda la campaña del Norte, operando con los más famosos Tercios de Montejurra y de Lácar. Participó en la batalla de Teruel y en la llegada al mar por Castellón. En sus filas combatieron 3.500 hombres; tuvo 500 muertos y 1.200 heridos.
Con motivo de haber dado su nombre a esta unidad, Doña María de las Nieves escribió la carta que sigue al Teniente Coronel Don Alejandro Utrilla, organizador y jefe de los requetés en Navarra. La frase, «Vehemente nos atormenta el deseo de hallarnos a vuestro lado», no es de relleno; se comprende bien su sinceridad después de leer en las Memorias de su autora las aventuras y peripecias que vivió en su juventud, recién casada, en la campaña de Cataluña de 1872.
«Viena, 17 de agosto de 1936.
Querido Teniente Coronel Utrilla:
Constantemente acompañan nuestros corazones a los héroes que luchan en los campos de batalla para salvar a España. Y nuestros pensamientos no pueden apartarse de vosotros, teniéndoos presente día y noche y pareciéndonos eternas las horas que transcurren entre una y otra de las que nos traen noticias de la marcha de las operaciones. Con el mayor ardor suplicamos al Señor y su Santísima Madre, os ampare en medio de tantos peligros y penalidades. Vehemente nos atormenta el deseo de hallarnos a vuestro lado, pero comprendemos las razones por las cuales nos rogaron evitásemos nuestra presencia en la ceremonia de las operaciones, que pudiera dar a esta lucha el carácter de una cuestión personal, desfigurando el sagrado que tiene de defensa de los derechos de Dios y de la Patria.
Orgullosos estamos de que nuestra Comunión haya ocupado puesto de honor en la espléndida misión.
Conmovidísima y altamente agradecida acabo de saber, que tu Tercio navarro quiso tomar mi nombre. ¡Cuánto me conmueve que en el corazón de esos héroes haya un rinconcito para mí! ¡Te aseguro que en el mío es el mayor el que ocupáis vosotros!
Con los más cariñosos y entusiastas saludos a tí, querido señor Teniente Coronel Utrilla, a todo tu heroico Tercio y a cuantos lucháis tan valerosamente por España, queda de corazón, tu afma.,
María de las Nieves de Braganza de Borbón».
Manuel de Santa Cruz