«El sacrílego asesinato de su digno Prelado el Ilmo. Sr. D. Fr. RAIMUNDO STRAUCH Y VIDAL maldad enorme que desde luego se presentó […] no como un hecho aislado sino como un medio íntimamente enlazado por relaciones y resortes ocultos con el sistema desorganizador que debía consolidarse sobre el exterminio del Clero católico y sobre los escombros la Religión. La respetable persona del señor STRAUCH reunía en el grado más eminente las cualidades características de la víctima destinada a formar el primer eslabón de la dilatada serie de sacrificios de sangre humana, con que los sacerdotes idólatras de la diosa libertad debían bañar sus infames aras, y reproducir en medio de una Nación Católica por excelencia los ejemplares de la pagana superstición.»
Relación de los obsequios fúnebres con que los Reverendos Curas párrocos.
Fray Raimundo Strauch i Vidal, franciscano de la observancia, nació en Tarragona en 1760 siendo hijo de un alemán del Reino de Silesia al servicio del Rey Católico en el regimiento suizo Betschart y de una catalana. Toma el hábito de San Francisco de los observantes en Palma. Lector de Filosofía y catedrático de teología por la Universidad Luliana y Literaria de Mallorca.
Durante la invasión napoleónica fue capellán de un regimiento suizo y tras enfermar y volver a Mallorca se encuentra con la expansión de las pérfidas ideas constitucionales y anticlericales, ante lo cual, edita en esta misma ciudad el «Semanario cristiano-político» en 1812, encabezando el prospecto de subscripción con las siguientes palabras:
«Al cabo de más de un mes de Aurora no ha visto todavía el pueblo de Mallorca el Sol: ya es tiempo que lo vea. El semanario cristiano-político que ofrecemos se lo irá manifestando, y su efecto principal será disipar, desvanecer y reducir a nada la tal Aurora. Queremos decir con esto, que la luz de la verdad va a disipar los crepúsculos del error y del engaño, que con el nombre, o bajo la salvaguardia de la Aurora patriótica mallorquina, hemos notado en el papel periódico de este título».
Con algo de sorna e ironía se enfrentaba el fraile franciscano a una publicación, la «Aurora patriótica mallorquina», liberal y perniciosa que defendía los principios de la revolución y la impiedad por la isla. Por esto, sufre prisión por parte de los defensores del orden nuevo y la constitución un año después, en julio de 1813, en los antiguos calabozos de la extinguida Inquisición. Durante su cautiverio, además de seguir escribiendo en el semanario, escribió un alegato de defensa de su inocencia «El fiscal fiscalizado», como también la «Carta a la señora Aurora o reparillos sobre el periódico titulado». Tradujo y anotó las obras del abate Barruel: «Memorias para servir a la historia del Jacobinismo» (Palma, 1813-1814) e «Historia del clero en tiempo de la Revolución» (Palma, 1814).
Al anular el rey la constitución de 1812 el pueblo sacó de la cárcel al padre Strauch y conducido en triunfo a la Plaza Mayor fue rota la lápida de la constitución y colocado en su lugar el retrato del Rey, y obligado a predicar, no salía otra cosa que palabras de perdón y olvido a sus contrarios poniendo por hechos la doctrina del Evangelio.
En mayo de 1816 fue nombrado obispo de Vich. Y ante el golpe de Riego fue sospechoso de connivencia con las partidas realistas y de formar parte de la Regencia de Urgel. Amenazado por el general Francisco Milans del Bosch ante cualquier acto de violencia por parte de realistas el prelado pagaría las consecuencias.
Detenido en octubre de 1822, fue trasladado a Barcelona y encarcelado en un calabozo de la Ciudadela de donde se le sacó por orden del gobernador Antonio Rotten en abril del año siguiente. Trayendo una tartana para trasladarlo a ser juzgado, todo con engaños, al pasar Molins del Rey y en San Mateo de Vallirana, la propia milicia que lo escoltaba fingió un ataque realista y lo ejecutó junto con el hermano lego fray Miguel Quingles, que lo asistía, dejando sus cuerpos abandonados en el camino.
Fray Raimundo fue un visionario «de la coalición de una triple secta en que se trama la ruina del Altar, la del Trono y la de toda Sociedad civil».
Círculo Tradicionalista Ramón Parés y Vilasau
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