La Tradición habla a tu alma, purifica tus sentimientos y te acerca a Dios. Ella enseña a amar a la Iglesia

Y al pie de la cruz, Cristo nos entregó a su Madre

Foto: Juan Manuel Olmedo

Este Jueves Santo publicamos una reflexión de un cabalgante criollo, mientras nos disponemos espiritualmente a acompañar a la Virgen María hasta la cruz de Jesús.

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Mártires de la Tradición, ¡Mártires! testigos hasta la muerte de la Fe de Cristo, Fe fundada en la Cruz.

Y al pie de la cruz, María estaba… sencillamente…

Y al pie de la cruz, Cristo nos entregó a su Madre:

«Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu Madre». 

Busca hijo en tu Madre el «refugio necesario y el auxilio para llegar a mí. Enséñale, Madre, a amarme de forma que su vida todo sea un testimonio de Mí». Del plano sobrenatural, al humano, toda la cabalgata la pasé reflexionando sobre las madres de aquellos mártires que murieron por la Tradición, pensando en madre que allá en la Estancia moría un poco de la angustia y la preocupación en cada Cabalgata, pero vivía también feliz, viendo que la Tradición perduraba.

Y entonces me dio por pensar que nuestras madres, en general, son las primeras mártires de la Tradición que conocemos: hablamos de que mártires son aquellos que dan su vida en testimonio de la Fe de Cristo, así también, aun sin derramar su sangre las buenas madres dan su vida para enseñarnos a amar la Fe de Cristo, con la fe, la piedad, la devoción, el ejemplo, el amor, el coraje y tantas y todas de las otras virtudes propias de aquel que se prepara para entregar su vida por Cristo y por la Tradición. 

La madre, como la Tradición, nos hablan al alma, purifican nuestros sentimientos y nos enseñan a amar a la Iglesia.

«Quien ama a su madre, ama a su patria y a sus tradiciones» de acá podrían surgir miles y miles de pensamientos pero sin querer extenderme mucho, hago propios los agradecimientos que hará el tío Juan, incluyendo a él en los míos. Pero si quiero agradecer especialmente a madre, Mimi, María Jesús, a mi madre y a todas aquellas madres, que son su amor, hacen que la Tradición siga viva.

¡Viva Nuestra Señora Reina y Madre de los Mártires!

Ave Cor Mariæ

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