Fiestas del tiempo de Navidad y Epifanía (IV): los fuegos de San Silvestre

en Huesa la fiesta comienza el día 30, cuando se encienden en su honor las hogueras

Los «cargos» encabezando la procesión de San Silvestre. Foto: A. Molina.

Bastará algo más de una hora de automóvil entre campos de olivos para recorrer los 100 kilómetros que separan la granadina Puebla de Don Fadrique de la jienense Huesa, situada esta última junto a la serranía de Cazorla. Parece que uno de los gentilicios de sus habitantes, el de osenses, se debería a las numerosas batallas y escaramuzas que habían tenido lugar en esta zona durante la Reconquista que encabezó el rey Alfonso X —León y Castilla siguen apareciendo en el escudo de Huesa—. Esos combates y «razzias» se verían prolongados en el tiempo por su carácter de plaza fuerte fronteriza con el reino nazarí de Granada, por lo que una gran cantidad de restos de huesos humanos quedaron esparcidos por todo el territorio de lo que ahora es su término municipal y esa circunstancia habría marcado su nombre.

«Castillos de San Silvestre»

El Patrono de Huesa es San Silvestre, papa. Aunque el día que este pontífice santo tiene asignado en el calendario romano es el 31 de diciembre, en Huesa la fiesta comienza el mismo día 30, cuando se encienden en su honor las hogueras, que reciben el nombre de «castillos de San Silvestre». Hay uno por cada «cargo de la fiesta» (capitán, alférez y sargento). Mientras las hogueras arden, se tiran cohetes en honor al Santo al grito de «¡viva San Silvestre bendito!», al que responde toda la población. En principio, y puesto que las hogueras alcanzan una altura considerable, no se suelen saltar.

El día 31 los «cargos» de la fiesta salen a la calle vestidos con trajes militares de principios del siglo XVIII, aunque esta celebración es bastante anterior y ya estaba consolidada en el siglo XVII. Llevan como distintivo de su cargo la gorra y tradicionalmente actúan en cumplimiento de una promesa.

Los «cargos» pagan al tamborilero y acompañan la imagen sagrada de San Silvestre durante su salida procesional por las calles de Huesa, lo que tiene lugar tanto el día 31 de diciembre como el primero de enero. Un momento destacado, al finalizar la veneración religiosa al santo, lo protagoniza el abanderado que «revolotea» la bandera con bastante precisión, al son del tamboril. En ocasiones, algunos vecinos osados se suman al desafío.

La misión de los «cargos» no ha finalizado aún, porque tienen que asistir a la subasta de unas cuantas decenas de roscos de San Silvestre que ha llevado el patrón en sus andas procesionales durante la fiestas. El lugar elegido es la puerta de la parroquia de la Virgen de la Cabeza. Los hueseños pujan para llevarse a casa algún rosco. Se llegan a pagar cantidades verdaderamente altas por los dulces que han estado más cerca de la imagen de San Silvestre, en especial, por los que han estado situados en alguna de las manos. Lo obtenido con la subasta de esos roscos se destina al mantenimiento de la Iglesia y al culto de San Silvestre.

Ana Herrero, Margaritas Hispánicas

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