Martes 20 de febrero de 2024
Santa María/La Manuela/La Oración
Entre los recodos de una fortaleza en el desierto, una centena de hombres dormitan en el suelo. No es un sueño pesado, más bien es el sueño de hombres que se preparan a encarar una tarea grande. Mientras los rayos del sol van posándose sobre la loma que domina el castillo, los pasos en los pasillos se multiplican y las voces sordas se extienden. No es necesario despertador. Todos, ansiosos por la cabalgata, se levantan y se disponen a lo más importante del día: la Santa Misa.
Rezado a la manera de los que nos precedieron en la causa que ahora nos toca a nosotros defender, el Santo Sacrificio es celebrado intramuros, como clara indicación de cuál es nuestro verdadero refugio y fortaleza.
Terminado lo importante, es servido un desayuno en el que nadie hace gala de mucho apetito. Todo el mundo espera nervioso las indicaciones para comenzar a desandar los kilómetros que nos separan de «San Genaro».
Este año, la ensillada matinal se hace esperar, y es intercambiada por un viaje a una estancia cercana a la fortaleza de «Santa María».
Al llegar allí, finalmente se dejan ver los caballos que nos acompañarán en nuestro peregrinar. Luego de un almuerzo suculento, se hace una pequeña siesta y finalmente se da la ansiada orden de ensillar.
La ensillada, como siempre en el primer día, es nerviosa y desordenada, pero luego de un buen rato la columna está lista para partir, no sin antes reunirnos para la ceremonia del traspaso de las banderas. Padres e hijos realizan la Traditio de una causa que nos supera ampliamente a todos los presentes.
Con el ánimo y las banderas en alto, la salida se produce cerca de las 15.30.
El camino a «La Oración» es agradable, ya que el calor no es muy fuerte. La llanura pampeana ofrece un sosiego a aquellos que se permiten admirar su belleza y austeridad. El espíritu cabalgante va surgiendo y las conversaciones amenas enmarcan un paisaje realmente grandioso.
Llegados a «La Oración», ya de noche cerrada, luego de nuestro Rosario en conjunto y la Salve al galope, nos recibe un excelente arroz acompañado de una salsa de carne espectacular. El espíritu está alto y las guitarras suenan sin parar con milongas sureras.
El primer día de la cabalgata va terminando y el silencio va ganando la noche estrellada.
Patricio Laxague
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