Luis Infante: ortodoxia católica y lealtad monárquica (y III)

Con mantener una militancia seria día a día, y una coherencia pública, podemos conseguir grandes cosas

Acabando esta serie en honor de Luis Infante, transcribimos la segunda parte del Discurso que D. Luis Infante pronunció en la tradicional Cena de Cristo Rey celebrada en Madrid en el año 2008.

Discurso de D. Luis Infante en la Cena matritense de Cristo Rey del año 2008

Empezaba yo al principio también hablando de lo de «buscar el Reino de Dios y su justicia, lo demás se os dará por añadidura» porque, hace ya unos años, en otra Cena de Cristo Rey, creo recordar que me refería a un ejemplo que me gusta citar, que es el de D. Manuel Fal Conde y la reorganización que hizo D. Manuel de la Comunión en los años de la Segunda República. Cuando D. Manuel se hace cargo de la Comunión, es evidente que, comparado con nuestra Comunión actual, la Comunión era un monstruo, era un monstruo, una cosa enorme y extendidísima; pero, sin embargo, en el ambiente político y social de la época, era un cuerpo realmente reducido, y alicaído, y de pocas posibilidades, porque estamos hablando de una España en la cual la militancia política era enorme en todos los ámbitos. Así que, guardando las debidas proporciones, nosotros no somos tan pocos comparados con una España completamente desmovilizada como la que vivimos. Pero lo que evidentemente nos falta es algo que tenía D. Manuel, que no era un hombre brillante, pero que era un hombre con gran fe en la Providencia, y sobre todo con una gran constancia. A nosotros, y a mí el primero, nos ha faltado la constancia, y nos sigue faltando. Sencillamente, con mantener una militancia seria día a día, y una coherencia pública, que se nos hará más fácil en la medida en que reforcemos nuestros lazos y nos hagamos más presentes como organización y nos lo creamos más, podemos conseguir grandes cosas, aunque esas grandes cosas sean al principio aparentemente pequeñas, pero pueden ser sólidas y duraderas. Y con esto no quiero estar haciendo pensamiento desiderativo, sino –con otro préstamo del inglés– pensamiento positivo, que no significa engañarnos ante la realidad y pensar que la realidad es maravillosa, sino saber que podemos actuar sobre la realidad y que podemos hacerla más fácil para nosotros; que podemos hacerla más fácil para nosotros para que esta christianitas minor que conformamos sea sólida, crezca y pueda sobrevivir, porque realmente en este momento nos enfrentamos a un riesgo grave de supervivencia para todos nosotros –no me refiero a la supervivencia física, sino a la capacidad de vivir con una mínima coherencia de cristianos– si no reaccionamos, y si no reforzamos nuestras estructuras.

Y todo esto es perfectamente posible. Pero es posible, insisto, si primero nos lo creemos; y, segundo, ponemos la militancia por encima de cualquier otra consideración. Militancia que evidentemente no nos tiene que hacer abandonar nuestros deberes familiares, ni profesionales, ni personales; que es perfectamente compatible si le ponemos un poco de cuidado. Si le ponemos ese cuidado; si mantenemos, reforzamos, nuestra unidad, dentro de un año, cuando nos volvamos a reunir y seamos por lo menos el doble, estaremos un poco menos lejos de mantener viva esa pequeña Cristiandad que formamos, y de imponerla –porque nosotros buscamos imponerla– al resto de la sociedad.

Últimamente –y termino con esto– se oye hablar mucho entre círculos próximos a nosotros de una cosa que también ha venido de… promovida por algunos Monseñores de Roma, que es eso de los «principios irrenunciables», o los «principios innegociables», para hacer política, en nombre de las cuales se nos llama a grandes alianzas –bueno, lo de «grandes» es un decir, evidentemente– con grupos que no tienen en absoluto ningún ánimo de imponer el Reinado Social de Cristo, pero que al parecer son muy buenos porque al menos se oponen al aborto, o se oponen –perdonadme la brutalidad, pero no se me ocurre otro término mejor–, o se oponen al «maricomonio», etcétera, etcétera.

Yo creo que, precisamente por lo que decía hace un momento («los carlistas no somos más que los católicos en plenitud»), los únicos «cuatro principios innegociables», los «principios irrenunciables», son los que enumeró tan bien D. Alfonso Carlos en su Decreto instituyendo la Regencia. Y que son los principios de Dios, unidad católica, con todas sus consecuencias, y –digámoslo claramente– que significa la eliminación completa de libertad de cultos, entre otras muchas cosas.

¿Qué es la patria? Es evidentemente la unidad irrenunciable, no sólo de la España peninsular y territorios adyacentes, sino la aspiración a la reunificación de la Monarquía hispánica de todos los continentes. 

¿Qué son los Fueros? Que, si me permitís aventurar una definición rápida, casi diría que es precisamente la constitución preestatal antitiránica y libre de los pueblos de España, que supone precisamente una constitución de sociedad responsable de hombres libres.

¿Y qué es el Rey? Porque solemos… también se oye a veces en nuestros ambientes cosas tan pintorescas como que nos basta con Cristo como Rey. Pue bien, digo que esto es pintoresco porque, quien cree que Cristo es Rey, sabe también que el Rey, el Rey de la Tierra, es ministro de Dios en la Tierra, de la misma forma que lo es el Santo Padre, y de la misma forma que son los Obispos en comunión con él, y para ciertas cosas de forma aun superior. Pues bien, aquellos que no siguen al Rey legítimo, no están pretendiendo restaurar la Cristiandad, porque la Cristiandad pasa… y esto lo dice muy bien San Pío X, porque curiosamente tuvo una praxis política atroz, pero de eso hablaremos otro día; pero lo define muy bien: la restauración de la Cristiandad pasa por la restauración de las estructuras políticas y sociales prerrevolucionarias. Y no hay que tener ningún miedo a decirlo. Sí, somos reaccionarios; sí, queremos volver al pasado, ¿qué pasa? Porque precisamente el pasado es la Contrarrevolución, el pasado es la Cristiandad. A eso queremos volver.

Termino ya, porque me estoy dejando llevar. Si tenemos presente esos pequeños principios; constancia; pensamiento positivo, insisto, no desiderativo; y el refuerzo de nuestros vínculos y de nuestra organización, dentro de un año estaremos aquí, criticándonos y fustigándonos por lo que no hemos hecho, pero felicitándonos por lo que hemos avanzado.

Muchas gracias.

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