CHILE- El pasado viernes 25 de septiembre, se inició la campaña electoral sobre el plebiscito constitucional que tendrá lugar el próximo 25 de octubre. Esta consulta es resultado del acuerdo de la mayoría de los partidos políticos en el marco de las violentas protestas de octubre del año pasado. El presidente de Chile, Sebastián Piñera, frente a un país desbordado por la violencia insurreccional y ante el peligro cierto de una intervención militar, debió convocar apresuradamente a un proceso constituyente. Con intención de calmar los ánimos de una izquierda radicalizada.
La actual constitución chilena fue aprobada durante la presidencia del General Augusto Pinochet. Desde entonces su legitimidad ha sido puesta en duda por amplios sectores de la izquierda chilena. La actual carta fundamental, lejos de estar fundada en la tradición política católica e hispánica, ha permitido un cierto modus vivendi entre la clase política de nuestra república austral .
Las opciones que se le presentan al pueblo de Chile el próximo 25 de octubre son el «Apruebo» o el «Rechazo» a una nueva ley constitucional. La alternativa a favor tiene el respaldo de la totalidad de los partidos políticos de centro y de izquierda del país. También existen importantes personajes de la derecha política y del mundo empresarial chileno que respaldan la alternativa de un nuevo proceso constituyente. Explotan la creencia de construir una nueva «casa común» para todos los chilenos. La otra alternativa es respaldada por el grueso de los partidos políticos de la derecha.
El actual proceso manifiesta una interesante contradicción. Los medios presentan a la vez un elevado interés de la población en participar de la consulta y, por otro, el desinterés generalizado con el que se sigue la franja electoral televisiva, inaugurada recién el viernes pasado. En una reciente encuesta, el 60% de las personas consultadas manifestó no haber visto la propaganda de ninguna de las dos opciones de cara al próximo plebiscito.
Antes de que hiciera su aparición el coronavirus, el plebiscito se planteaba para abril. El clima preelectoral era extremadamente tenso y violento. A principios de marzo el país pudo contemplar atónito el enfrentamiento callejero entre grupos de extrema izquierda y grupos organizados de derecha. Estos últimos, al margen de los partidos políticos tradicionales de ese sector. Era la reacción defensiva por parte de grupos heterogéneos a la violencia revolucionaria.
En medio de este clima altamente polarizado, que recuerda a los años de la década de los 60 y 70, Chile se enfrenta a la elección más importante en décadas. El camino que escoja marcará al país por los siguientes años. ¿El camino será institucional o veremos el resurgir de grupos extremos?
FARO/Círculo Tradicionalista Antonio de Quintanilla y Santiago. A. T. Laforet
