TRUJILLO, PERÚ– El Peñón de Urmos es un paraje ubicado en la cima de una montaña, dentro de los Andes trujillanos. Está en el distrito de Otuzco, provincia de Otuzco, departamento de La Libertad, Perú. Cabe recordar que, luego de la secesión el Virreinato del Perú se dividió en muchos departamentos. La ex intendencia del Trujillo, que englobaba toda la costa y sierra norte, fue dividida. En definitiva, Trujillo quedó reducido al antiguo partido que integraba la intendencia, a lo que se añadió el cambio de denominación por el de departamento de La Libertad, en clara alusión a haber sido Trujillo la primera capital de intendencia en proclamar la «independencia». Hay que puntualizar que dicha proclamación se produjo únicamente por la determinación del intendente el marqués de Torre Tagle, un limeño que llevaba sólo dos meses en la ciudad, quien ya venía colaborando en secreto con los independentistas, y por las amenazas que hacía desde Huaura San Martín con su ejército.
En Otuzco también se encuentra el principal santuario mariano de los trujillanos, en la advocación de Nuestra Señora de la Puerta, pues el año 1674 la imagen de la Inmaculada Concepción, que se veneraba en la iglesia, fue sacada a la puerta del pueblo, para pedir protección frente a los piratas que estaban estacionados en el puerto de Huanchaco y milagrosamente los piratas se retiraron.
Un grupo de carlistas trujillanos nos hemos desplazado hasta ese paraje para recordar a los realistas que dieron su vida por Dios y por el Rey. Salimos temprano por la mañana y llegamos sin dificultad por primera vez al Peñón de Urmos, punto central de nuestro acto, en un viaje de poco más de dos horas. En la zona pudimos apreciar los cultivos de trigo, papa, tarwi, habas, entre otros, que estaban por la época en plena floración, sumado a la floración de heliotropium peruvianum, cactus y retamas que daban al paisaje un colorido especial y al acto de homenaje un marco digno y bello.
Al llegar a nuestro destino hicimos un recorrido a pie hasta el punto central del peñón, ondeando nuestra bandera con la Cruz de Borgoña y entonando el Oriamendi. Seguidamente pronunciamos unas palabras de homenaje, reseñando la rebelión y batalla de Otuzco, en la que los realistas otuzcanos y de poblaciones aledañas se opusieron a la independencia de Trujillo proclamada el 29 de diciembre del 1820. Acto de fidelidad, heroico y decidido, dadas las condiciones de inferioridad militar, pues fue la propia población civil la que se alzó en armas, mientras los independentistas enviaron una fuerza militar dirigida por el comandante Andrés de Santa Cruz y conformada por las dos compañías veteranas del Río de la Plata, que habían vencido en Chacabuco y Maipú.
A continuación, compartimos con los lectores de La Esperanza el discurso de homenaje:
«Estamos aquí reunidos un grupo de trujillanos, para rendir homenaje a quienes murieron, en defensa de Dios y del Rey, en la Batalla de Otuzco, que ocurrió en toda esta zona y especialmente en el Peñón de Urmos, donde tuvo lugar uno de los momentos más importantes y claves de dicha batalla, que ocurrió hace 200 años, el 6 de julio de 1821. Como se sabe, a fines del año 1820, la máxima autoridad que el virrey de la Pezuela había designado como intendente para esta zona, para la intendencia de Trujillo, fue el limeño marqués de Torre Tagle, quien de manera sorpresiva declaró la independencia de Trujillo, no sólo de la ciudad, sino de toda la intendencia. Esta declaración fue luego fue ratificada, iniciándose el proceso por el cual toda la región pasó a ser parte del sector secesionista. Esta decisión arbitraria e impuesta, no fue compartida por la mayoría de los habitantes de la intendencia, de los pueblos y del campo, quienes comenzaron a reaccionar y tratar de frenar esta separación, esta destrucción, de la madre verdadera patria.
Se empezaron a organizar, para poder hacerle frente a los independentistas, también llamados en la época «piratas». El centro de las operaciones y la dirección de la lucha de los realistas norteños era Cajamarca, dado que su gobernador, don Américo Castro, era la cabeza de toda la resistencia realista del norte del Perú.
Hay que recordar que la costa estaba tomada y era de fácil acceso para los independentistas, por lo que en esa zona no se pudo realizar ninguna reacción armada por parte de los realistas, pero en la sierra y la selva norte es donde se empezó a disponer una organización militar para hacerle frente a los independentistas y se decidió que la primera rebelión armada sería acá en Otuzco, por lo que se armó a los pobladores, que recibieron refuerzos de pobladores de zonas aledañas. De este modo el día 6 de julio comenzó la batalla, primero desde las zonas bajas de la sierra trujillana para ir subiendo después hasta el Peñón de Urmos, culminando finalmente culminó en el mismo pueblo.
Nosotros queremos homenajear a los que murieron en fidelidad a Dios y al Rey, entre ellos tenemos que mencionar a quien en esta lucha dio un gran apoyo, el dueño de la hacienda Chota Motil (Huamachuco, La Libertad) don Ramón Noriega, quién al final de la batalla logró fugarse y salvar su vida. También recordamos al Sr. Gabirondo y al Sr. Bello, que sin embargo no tuvieron la misma suerte al igual que algunas autoridades de Otuzco, quienes fueron ejecutados por los independentistas cuando tomaron el pueblo. Entre los ejecutados no podemos olvidar al alcalde Pesantes, al notario Merino y al Sr. Moreno, quien antes de ser asesinado dio unas palabras muy bonitas, que representan ese sentimiento de fidelidad, de los otuzcanos, de los trujillanos a la causa realista, voy a leer esas palabras, que recoge el Dr. Nicolás Rebaza, en su obra «Los Anales del Departamento de La Libertad, en el tiempo de la Independencia»: Uno de los puestos en capilla, era un hombre del pueblo, el Sr. Moreno, de los que más se habían distinguido en la resistencia, la víspera de ser fusilado, fue su mujer llevándole el almuerzo, que tomó con la mayor serenidad, la esposa se puso a llorar y él la reprendió: no seas cobarde, con tus lágrimas me quieres amilanar, cuando deberías tener a honra y orgullo, que tu marido muera en defensa de la religión y del rey”. Esta escena fue narrada al Dr. Rebaza, por el canónigo, don Juan Antonio Luján.
¡Vivan los mártires de la tradición que murieron en la contra revolución de Otuzco!
¡Vivan todos los que murieron por fidelidad al rey en Otuzco y en todos los rincones de la intendencia de Trujillo!
¡Viva el Sr. Moreno! ¡Viva el alcalde Pesantes, viva el notario Merino, asesinados y ejecutados por los independentistas separatistas!
¡Gloria a todos ellos y a los que lucharon en esta batalla, como don Ramón Noriega, los señores Bello y Urdapireta y tantos nombres más, gloria eterna a ellos!
¡Nosotros no nos olvidamos de nuestros muertos!
¡Viva Cristo Rey!
¡Viva España!
¡Viva Don Sixto de Borbón, nuestro legítimo rey!».
Tras estas palabras pronunciadas en el Peñón, fuimos al pueblo de Otuzco a saludar a nuestra Señora de la Puerta, a rezar por la restauración de las Españas, la restitución del trono a Don Sixto, la contrarrevolución y los contrarrevolucionarios del Perú y el fin de la pandemia.
Agencia Faro, Círculo Carlista Blas de Ostolaza. J. Rodríguez Alfaro