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La escritora se inmiscuyó en la discusión y difusión de las nuevas ideologías que iban llegando a Bolivia. Se incorporó a élites intelectuales que publicaban en periódicos como El Heraldo y El Comercio. Además, publicó en la revista anarquista Arte y Trabajo, de la que también formaba parte el ateo nacionalista Carlos Montenegro. Asimismo, Zamudio colaboró en la revista Feminiflor, donde acompañó a otras feministas que divulgaban sus sofismas ideológicos.
Ella defendía el matrimonio civil, ya condenado por la Iglesia en 1880 mediante la encíclica Arcanum. ¿Pero qué tiene de malo el matrimonio civil? Que hace al «todopoderoso e incuestionable» Estado garante del vínculo entre el varón y la mujer, es decir, lo diviniza, pretende que su voluntad suplante a la de Dios. Pero el Estado es imperfecto y no puede jugar ese rol: solo Dios es perfecto, y nada de lo que Él sentencia puede ser malo para la humanidad.
Es importante destacar que, en su etapa temprana literaria (segunda mitad del siglo XIX), la escritora vivió bajo gobiernos conservadores, es decir, católicos y de tendencias ultramontanas. Y en el orden eclesiástico, gobernaba la región de Zamudio (Cochabamba) el Venerable Monseñor Francisco María del Granado.
¿Es posible que las críticas anticatólicas de una autora liberal tengan toda la razón con semejantes ejemplos de ortodoxia católica? Monseñor Del Granado era un gran hombre al servicio de los pobres y de la recta doctrina, y Baptista era un político muy piadoso y comprometido con la causa católica —a diferencia de otros conservadores.
Ya en su segunda etapa literaria (primera mitad del siglo XX), con los liberales gobernando, Zamudio encuentras las condiciones ideales para difundir sus errores y arremeter más duramente contra la Iglesia. El masón Ismael Montes le encargó la fundación y dirección de la Escuela Fiscal de Señoritas en 1903. Ahí se propagaba una educación desligada de la religión, idea condenada por la Iglesia años antes en la encíclica Libertas y otras más.
Ojalá la escritora hubiera promovido una firme educación masculina en castidad y respeto a la mujer, tal y como enseña la Iglesia, pero no. En lugar de eso, prefirió atacar hombres de paja, es decir, argumentos imaginarios. Su poema Nacer hombre devela estos errores: «Ella debe perdonar si su esposo le es infiel; mas, él se puede vengar (permitidme que me asombre); en un caso semejante, hasta puede matar él, porque es hombre». Sofismas puros y duros sin ningún desarrollo.
Como Dios inscribe la ley natural en todo corazón humano, necesariamente Zamudio ha debido de tener sus cosas buenas. Alguna vez en su vida habrá abrazado a sus padres o a sus hermanos, o habrá plantado un árbol o se habrá dormido temprano. Pero esas cosas buenas no son precisamente sus errores filosóficos, y es una pena que estos sean los más exaltados como «avances» o «logros».
(Continuará)
Aarón Mariscal, Círculo Tradicionalista San Juan Bautista.