¿Hay cabida para un periodismo católico?

El periodismo. Diario Montañés/Daniel Pedriza

El periodismo es una profesión que, como tantas otras, se ha visto devaluada y consumida por las revoluciones modernas, en las que se fundamenta y a las que adopta como dogmas. Los propios periodistas junto a las universidades más importantes en el área de comunicación viven ciegamente en una incoherencia de la que no se dan cuenta. Afirman que los valores incuestionables del periodismo son la búsqueda de la verdad, la libertad de expresión y servir como puente entre los ciudadanos y los gobiernos.

En definitiva, hay una visión idealista al pensar que el buen periodismo es este, un servicio que busca llevar al pueblo la verdad, y que funciona independiente de cualquier poder público. Pero en la práctica, percibimos a diario cómo este periodismo se desmorona y no es más que un rastro liberal que para nada busca llegar a la verdad de las realidades humanas, que tiene una idea corrupta de la libertad y que va de la mano con los gobiernos, aunque muchas veces no caiga en cuenta.

Si busca llegar a la verdad de los problemas a los que se enfrenta la sociedad, ¿por qué han renunciado a la visión cristiana de las realidades humanas? En la actualidad los grandes periódicos europeos e hispanoamericanos escriben sus columnas de reflexión y atienden los asuntos de interés desde las diferentes ideologías de sus líneas editoriales, ya sean de izquierdas, derechas o cualquier sistema de pensamientos moderno liberal.

La religión ha pasado a ser un asunto privado y ya no forma parte de la vida en sociedad, no interesa hacerla parte de algo tan importante como el servicio que ofrece el periódico y se le coloca en el mismo valor que cualquier creencia o forma de entender el mundo. Solo basta con leer cualquier diario con gran tirada. La verdad reveladora de Cristo no interesa, sino la evolución grotesca del progreso y las cenizas que va dejando a su paso. Se necesitan periodistas valientes que aboguen por la verdad desde las enseñanzas de nuestra tradición.

La corrección política se ha instaurado como el camino mayoritario que siguen los medios que controlan la distribución de la información en las masas, por lo que nuestra imagen del periodismo se ha devaluado −con razón− en su totalidad. Pero esto no quiere decir que no exista una esperanza. 

El periodismo bien hecho partiendo de nuestra tradición hispánica y como consecuencia inevitable de la realeza social de Cristo es posible, para así perseguir la verdad de los hechos y servir al pueblo informando verazmente, protegiendo nuestros valores.

Solo porque los grandes representantes del periodismo sean panfletos liberales no quiere decir que el periodismo de bien no exista. Es una vocación que incumbe a la sociedad y tiene un interés directo en ella, y es ahí donde más se necesita a los cristianos ante un mundo que nos quiere callar. Aunque en las aulas predomine esa corrección política y a pesar de que los grandes representantes sean personajes que pisotean nuestra Fe el periodismo puede ser una herramienta fundamental para servir al Señor y mantener viva nuestra tradición.

Estamos ante una perversión del servicio a la comunidad que el periodismo debería ser, como tantas otras profesiones que se involucran en la vida de los ciudadanos. Así como necesitamos católicos que se participen en la política para hacer frente a las ideologías también debemos orar por periodistas que sirvan de verdad a los ciudadanos, que escriban y hablen partiendo de la visión católica de nuestras realidades.

Alberto Toro, Navarra