Tal y como estaba recogido en el Programa del día, a las 12:00 h., y tras el rezo del Ángelus en la Plaza del Pópulo tras sonar las campanas de la Catedral, los correligionarios se encaminaron al Cementerio de Baeza, para honrar a los Mártires de la Tradición.
No han sido pocos los mártires en la Comarca de la Loma, donde desde muy temprano los voluntarios realistas, a pesar de la escasez de medios económicos, tuvieron una actividad nada desdeñable. Recordábamos en la reciente efeméride del 4 de febrero, uno de los avances carlistas por el Santo Reino de Jaén, recogida por la Agencia FARO:
1838. Antonio Tallada y Basilio García toman Úbeda: «El 26 se le unió Tallada con sus fuerzas que actuaban habitualmente en La Mancha, tomando ambos Úbeda el 4 de febrero, pero aquí se separó Tallada, el cual al día siguiente fue batido por las tropas isabelinas de Sanz en Baeza. Basilio García entró el día 16 en Puebla Fadrique, volvió a Úbeda el 20 y tres días después pernoctó en Navas de Tolosa...»
Ya entrando en el cementerio, flanqueando su portada de cuatro pilares de piedra tallada en bloques que rematan en jarrones cubiertos con un conmovedor paño funerario, y ante al pequeño altar a los pies de la imagen de Nuestra Señora, rendida la bandera de San Andrés, presidiendo el Crucifijo a cuyos pies está la bandera de España y flanqueado por sendas boinas, se procedió a la lectura del escrito de D. Carlos V, por el que instituyó la fiesta que hoy celebramos.
Acto seguido, y con una oración escrita por S. Pío X a la Inmaculada Concepción, Patrona Mayor de las Españas, Patrona del Requeté, de las Margaritas y de la juventud carlista, una joven margarita, depositó a los pies del altar un ramo de flores envuelto en una cinta de la bandera de España con la leyenda «Mártires de la Tradición».
La mencionada oración escrita por el Papa San Pío X y rezada en la ocasión fue esta: «Oh, Virgen Santísima, que habéis sido agradable al Señor y os convertisteis en su Madre; Virgen Inmaculada en vuestro cuerpo, en vuestra alma, en vuestra fe y en vuestro amor, mirad con ojos benévolos a los infelices que imploran vuestra poderosa protección».
Por último, se quiso recordar, con la lectura del poema «¡Ay, los muertos de la guerra!», de José María Pemán, que aunque la tierra esté sembrada de fallecidos por diferentes causas, sólo una Causa, un Martirio, es digno de Cristo Rey:
¡Ay los muertos de la guerra, −sin mármoles y sin cruces!
¡Ay los muertos de la guerra, −con su epitafio de vientos y de nubes!
El sol de este nuevo otoño, −¡cómo en España reluce!
Almohadas son los ribazos, −los valles son ataúdes.
Ni carrozas de caballos, −ni lentas músicas fúnebres
tuvieron, ni compañía −de emperadores y duques.
Las yerbecitas del campo, −fingiéndose manos dulces
de novias y enamoradas, −los amortajan y cubren.
¡Qué paradoja estos muertos, −que entre tréboles verdes
apenas un palmo suben!
No sobrepasan las flores −¡y sobrepasan las cumbres!
Los lechos donde se duermen,−cunas son, que no ataúdes.
Hoyos parecen abiertos − para las cepas de octubre.
¡Paradoja de una muerte −que tanta vida produce!
Movimiento de gusanos −sobre las frías quietudes.
Espuma de margaritas, −abierta, una boca escupe.
Macetas de jaramagos −son unos ojos sin luces.
¡Paradoja de la guerra: −miseria donde nacen
futuras excelsitudes!
Paradoja de la guerra: −la misma infinita y dulce
paradoja redentora −que nuestras miserias cubre.
La muerte que engendra vida, −la niebla que esconde luces.
¡El monte de aquel Viernes, −y sobre el monte tres cruces!
Campos de España, infinitos: −caminos de aquel octubre…
¡Qué olor de Historia naciente −entre tanta podredumbre!
Y aquellos héroes caídos, −¡qué humildes entre las yerbas!
y entre las flores, ¡qué dulces!
¡Cómo la anchura del campo −y el cielo los disminuye!
¡Y cómo iguala la muerte −los rojos y los azules!
¡Qué amor de sol los acerca! −¡Qué paz de tierra los une!
Nadie es nada. Todos son −sílabas que se resumen
en un romance sin nombre −y en un olvido sin cruces.
¡Cómo se achica aquel bravo −y aquel capitán se pudre!
Y la miliciana aquella, −de entrabiertos ojos dulces,
con su fusil y su «mono», −muerta, en la yerba de bruces…,
¡qué montoncillo tan leve −de campanillas azules!
Pero Dios sabe sus nombres −y los separa en las nubes.
Se prosiguió la jornada con la visita a la antigua Universidad de Baeza, fundada por el clérigo local Rodrigo López, notario y familiar del Papa Pablo III. De la mano de san Juan de Ávila se convirtió en universidad en 1542, obteniendo licencia para impartir estudios de humanidades, lo que abrió la puerta a la expedición de los grados de bachiller, licenciado y doctor en artes y teología, nuevas enseñanzas de cuya organización se encargó Juan de Ávila. Más adelante, en 1565, se crearon nuevas cátedras de retórica, gramática, griego, filosofía y teología escolástica, pero no de derecho canónico según predilección del propio san Juan de Ávila.
Cabe recordar la reciente sesión formativa, del Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II, correspondiente al curso 2021-2022, enmarcado dentro de las «Conversaciones de La Esperanza», el pasado sábado 5 de marzo de 2022, con el título «El Concilio de Trento», impartida por el profesor John Rao, que expuso la enorme y crucial influencia del Maestro Juan de Ávila para la reforma del clero. Labor que el santo hizo real en la Universidad baezana.
No se pudo dejar, tampoco, de hacer parada obligada ante el monumento a Fernando III el Santo, reconquistador de Baeza y padre de los Reinos del Sur, como acto de desagravio ante la reciente celebración del llamado «día de Andalacía», en el que las instituciones públicas honran, vergonzosamente al mahometano Blas Infante.
Se visita la Iglesia de la Santa Cruz, edificada en el siglo XIII, tras la conquista del Valle Alto del Guadalquivir por Fernando III, y asaltada por las hordas republicanas en julio de 1936 fue , destruyendo sus bienes muebles.
Llegada la hora del almuerzo, y ya en el Palacio de los Salcedo, y con la chimenea abrigando a los comensales, se escoge un menú acorde con este sábado de Témporas de Cuaresma.
La charla amena y distendida, vuelve a hacer un recorrido por los detalles de la mañana, evocando las Españas a través de dos figuras de Monarcas católicos que hoy se entrelazan: Fernando III y Carlos V, que aún separándoles varios siglos viven un mismo anhelo, un mismo fin y un mismo motivo.
La tertulia de sobremesa se abre paso y se adelanta la próxima actividad de los Reinos del Sur −planteada en la Comida de Navidad−, que se celebrará en mayo: «Jornada en Lopera».
Con la excepcionalidad de ser nuestro correligionario D. Raúl Calderón, autor del artículo publicado en La Esperanza «La Batalla de Lopera y Porcuna (1936)», y con motivo del 85º aniversario de aquella acción, que constituyó el escenario bélico de uno de los enfrentamientos más importantes en el Frente de Andalucía durante nuestra Cruzada por la fe de Cristo y la Cristiandad y que se desarrolló en dichas localidades de la provincia de Jaén durante la segunda quincena del mes de diciembre de 1936, en la conocida como «Ofensiva de la Aceituna o Campaña de la Aceituna»; se reconocerá sobre el terreno como «…La fuerza y empuje con el que cargó el Requeté andaluz a la bayoneta fue tal que las líneas enemigas quedaron desalojadas, dejando tras de sí, en el campo de batalla, atravesados por el hierro afilado de la bayonetas del Requeté numerosos cadáveres del ejercito extranjero, lo que provocó que al día siguiente, 28 de diciembre, se intentará un nuevo asedio y que de igual forma fracasó ostensiblemente».
Llegadas las 17:00 h., y siguiendo el programa establecido que ha inspirado el Cartel de esta Fiesta de los Mártires (donde se recogen los rostros de muchos de nuestros correligionarios que dieron sus vidas por la Santa Causa en la Cruzada del 36), se proyecta -en salón privado anexo- el documental «Con la Leica en el macuto. Fotógrafos y requetés durante la Guerra Civil Española», que muestra la obra de los fotógrafos carlistas como Nicolás Ardanaz «Ceneque», Sebastián Taberna, Lola Baleztena, José González de Heredia, Martín Gastañazatorre, Ceferino Yangas, Germán Raguán y Julio Guelbenzu. nos muestran de forma fidedigna y con una nitidez estremecedora una mirada diferente y profundamente carlista de la contienda. Fotografías extraordinarias que, junto a las historias que guardan, salen por primera vez a la luz tras ochenta años acompañadas de fragmentos de cartas y diarios de guerra.
Cuenta este trabajo audiovisual con la colaboración especial de Miguel Ángel de Santiago, Vicente Talón, Pablo Larraz, Víctor Sierra−Sesúmaga, Luis Jáuregui, María Eugenia Taberna, Teresa Jaurrieta y Alfonso Bullón de Mendoza, así como de la Asociación Española de Reconstrucción Histórica y otros grupos de reconstrucción. Y con la Participación de la Fundación Ignacio Larramendi. Terminada la proyección, y apurando las últimas horas de la jornada, se visita la Catedral, que alberga una de las Custodias Procesionales más importante de España. La iconografía de esta custodia de asiento (confeccionada entre 1700 y 1707), que en la fiesta de Corpus Christi alberga a Cristo Sacramentado, es el colofón de esta celebración, que se abrió el pasado domingo, con la Santa Misa en la Capilla María Reina de Granada.
¡Viva Cristo Rey!
¡Viva D. Sixto!
Círculo Tradicionalista de Baeza