La Batalla de Lopera y Porcuna (1936)

Esta fotografía y las que acompañan este artículo son de los lugares del campo de batalla, relativas a las fortificaciones, trincheras y nidos de ametralladoras defensivas del Ejército Nacional en «Arroyo Salado», en las inmediaciones de la localidad de Lopera (Jaén)

Hace escasos días se cumplían ochenta y cinco años de la «Batalla de Lopera y Porcuna», que constituyó el escenario bélico de uno de los enfrentamientos más importantes en el Frente de Andalucía durante nuestra Cruzada por la fe de Cristo y la Cristiandad y que se desarrolló en dichas localidades de la provincia de Jaén durante la segunda quincena del mes de diciembre de 1936, en la conocida como «Ofensiva de la Aceituna o Campaña de la Aceituna», que comenzó cuando las fuerzas al mando del General Queipo de Llano emprendieron una ofensiva en la zona del Alto Guadalquivir para adentrarse hasta el interior de la provincia de Jaén, a causa de la cual el efectivo extranjero beligerante del Ejercito Popular hubo de retirarse.

En la misma se enfrentaron, por un lado, la XIV Brigada Internacional, conocida como «La Marsellesa» de reciente formación e integrada por efectivos ingleses y franceses divididos en tres Batallones, que comprendían 600 hombres cada uno de ellos más un escuadrón de caballería, una batería de artillería y una unidad de ingenieros y zapadores bajo el mando del General Walter Karol Swierczewski y como Comisario comunista André Heusler; y por otro, la Columna del comandante Redondo, formada fundamentalmente por la Brigada de choque del Requeté andaluz compuesta, a su vez, por los Tercios «Virgen de los Reyes» de Sevilla, «Virgen del Rocío» de Huelva, «Virgen de la Merced» de Jerez, «Isabel La Católica» de Granada, «Angustias y Arcángel San Rafael» de Córdoba. En dichos Tercios figuraban grupos de entusiastas y bravos portugueses, así como fuerzas del Batallón de Cádiz, de la Caballería de Sevilla, que contaban con el apoyo aéreo de la Legión Cóndor.

Durante el tiempo en que concluía la batalla alrededor de Madrid por el Estado Mayor Central del enemigo se optó por lanzar una contraofensiva en el Frente de Córdoba, en cuyo sector se acababa de organizar un nuevo Ejercito del Sur bajo las órdenes masónicas del General Martínez-Monje y formado por columnas de las Brigadas Mixtas.

En vísperas de la Navidad la Columna Nacional se había dividido en tres, que marchaban por distintas carreteras de las provincias de Córdoba y Jaén: tomó la Columna Internacional la carretera por la que avanzaba el Batallón de Cádiz y se encontraron los combatientes enemigos el flanco derecho ocupado por las fuerzas de Pérez de Guzmán, que se encaminaban a Montoro y con el izquierdo batido por el grueso de la Columna de Redondo y sus Requetés, lo que hizo que la Columna de voluntarios internacionales quedase aniquilada por completo.

El mando Nacional dictó orden para la liberación de Porcuna por la actuación combinada de tres Columnas: la de Redondo, que tendría a su cargo la acción principal y que desde Lopera atacaría al pueblo por el nordeste, desbordando todas las fortificaciones y cortando las carreteras que desde el mismo conducen a Arjona y Torredonjimeno, en la provincia de Jaén, mientras la caballería realizaba, por la izquierda, un gran movimiento envolvente. El Batallón situado en Cañete de las Torres, provincia de Córdoba, tendría como misión sería fijar al enemigo en la dirección de la carretera que se dirige hacia el objetivo. Y la Columna de Gómez Cobián, que, desde Valenzuela, situada en esta última provincia, efectuaría un movimiento ofensivo sobre Porcuna, empujando al enemigo tras un envolvimiento por el flanco derecho.

Los días y horas transcurren lentamente y, tras la toma de la población de Lopera, la Compañía número 1 del enemigo, formada en su mayoría por elementos ingleses, ataca dicho municipio con un reducido apoyo de la artillería y aviación y ante lo cual se manda al comandante Pérez de Guzmán que, junto a los Tercios de Huelva, Jerez y Córdoba, volviese a Lopera.

Llegaron las avanzadas donde el Batallón de Cádiz defendía la posición desesperadamente lo que propició a que se diese la orden de calar la bayoneta y asaltar las filas enemigas causando numerosas bajas ante la férrea defensa de las tropas nacionales.

La fuerza y empuje con el que cargó el Requeté andaluz a la bayoneta fue tal que las líneas enemigas quedaron desalojadas, dejando tras de sí, en el campo de batalla, atravesados por el hierro afilado de la bayonetas del Requeté numerosos cadáveres del ejercito extranjero, lo que provocó que al día siguiente, 28 de diciembre, se intentará un nuevo asedio y que de igual forma fracasó ostensiblemente.

Como ya relatara el Capellán Castrense Bernabé Copado Agenjo, que marchaba con la Columna de Redondo, en su obra «Con la Columna de Redondo», éste ya se encontraba a escasos kilómetros de Porcuna cuando se vio obligado a paralizar la operación y volver en auxilio de localidad de Lopera. A su vez, tuvo que esperar a la llegada de la Columna de Rementería al citado municipio para proteger su población y seguir adelante de nuevo para tomar Porcuna.

La acción de esta nueva Columna de Rementería y parte de la de Redondo, iniciada el día 29 de diciembre, desarticula toda presión de los Internacionales, que abandonan el campo de batalla con numerosos muertos y abundante material bélico. El frente había quedado totalmente roto entre ambos municipios y originando con ello la suspensión definitiva de un ulterior ataque republicano, dadas las numerosas bajas sufridas, y siendo la última vez que las Brigadas Internacionales actuaran en el Frente Andaluz.

Pocos meses después, durante el mes de agosto del siguiente año, se produjo un nuevo y postrero intento republicano de reconquistar Lopera, sin embargo, la acción ofensiva de la izquierda nuevamente fracasaría ante la tenaz defensa de las tropas nacionales que volvieron a hacerse dueñas de la situación. De esta forma Lopera permanecería, con ligeros vaivenes, hasta el final de la contienda en manos nacionales.

José Raúl Calderón, Círculo Tradicionalista General Carlos Calderón.