Recientemente, en los antiguos Reinos de las Españas, ha causado revuelo el caso de un hombre que, tras agredir a su mujer, ha evadido la justicia utilizando la ideología de género que inunda el derecho revolucionario, declarándose a sí mismo como mujer.
La tragedia ha sucedido en el Principado de Cataluña, donde el presunto culpable procuró durante dos años acogerse al entramado estatal, de indignos doctores, psicólogos, y trámites, para hacer que las normativas revolucionarias como la vigente ley de 2007, empezasen a legitimar su pretensión de ser mujer, en lugar de hombre. Durante este proceso leguleyo comenzaron, de acuerdo con la acusación de su esposa, los tratos vejatorios y violentos, que han desencadenado en la denuncia de estos crímenes ante la justicia.
Sin embargo, intentando acogerse a la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género para acusar al hombre, la mujer vejada se ha topado con la paradoja normativa de que tal Ley no aplica a su caso, ya que su marido, de acuerdo a las mal llamadas leyes, ya es una mujer y no un hombre, y como tal no sería castigado por esa Ley Orgánica, que sólo es aplicable a la violencia de hombres contra mujeres.
Esta grotesca paradoja ha causado revuelo entre los medios de comunicación y entre la opinión pública, ya que, correctamente, se asocian ambos movimientos, del feminismo y del transgenerismo, bajo la misma maliciosa ideología de género. Al igual que sucede con las deportistas aberrosexuales que compiten con incuestionable ventaja sobre las mujeres deportistas, clama al Cielo la injusticia y desorden que acaece en la realidad al llevarse tales ideologías perversas a su aplicación en la práctica.
Las primeras efervescentes trifulcas de los partidos políticos entre sí y de los medios de comunicación consigo mismos relativas a este caso se han enfriado pronto, pasando por encima de los hechos con miedo a que la masa de los pueblos descubra esta locura, impuesta por la perversa ideología de la Revolución. El caso es tan llamativo como previsible, y tras él irá creciendo el número con la próxima ley, actualmente en debate en el Congreso, que hará aún más sencillo ampararse en la ideología de las normativas para eludir la justicia, con tal de aceptar sus siniestros y erróneos presupuestos.
La denuncia por maltrato sigue pendiente de resolución judicial, mientras el abogado defensor de la mujer cuenta a los medios las trágicas agresiones por parte de su marido, que, de no ampararse en estas leyes inicuas, sería condenado en cualquier pueblo donde hubiese verdadero Derecho, hoy reemplazado por la farsa normativa de la Revolución.
Agencia FARO, Círculo Cultural Antonio Molle Lazo. G. Sanz