Progresistas y conservadores: amigos del MAS (y II)

Evo Morales. Imagen: Diario Público

La derecha, representada en su momento por Rubén Costas, Manfred Reyes Villa y otros líderes de la llamada «Media Luna», no fue la única protagonista en la palestra. La izquierda, representada por nuestras élites intelectuales y artísticas, también formó parte activa de la oposición a lo largo de estos años del terror masista, y su predominancia es cada vez mayor.

Pensemos en los abortistas Carlos Valverde, Ximena Galarza, Manuel Saavedra o Federico Morón. Pensemos también en las feministas María Galindo y Jessica Echeverría, o en los anticristianos Marcelo Castro y José Antonio Prado. Todos denuncian las inconsistencias del MAS, pero están de acuerdo en que hay cosas que el MAS hizo bien, y son precisamente esas cosas que, si razonamos bien, concluiremos que hizo muy, pero muy mal.

Ni qué se diga del anarquista Sergio Antelo, quien en 2017 denunciaba que «en Bolivia no hay izquierda, la derecha es permanente», cumpliendo con el estereotipo del zurdo que se queja de que el zurdaje no es lo suficientemente zurdo como el zurdo quisiera. He aquí la prueba de que la izquierda «tuvo nomás» su poder de influencia mediática a lo largo de estos años.

Los medios de comunicación, como era de esperarse gracias al dogma incuestionable de la libertad de imprenta, favorecieron que estas visiones tan heterodoxas de la realidad se esparcieran entre el gentío, contaminando muchas mentes y llevándolas hacia el error. Esto destruyó por enésima vez ese vicioso mito de que la prensa es la voz del pueblo: mentira, la prensa es la voz de la élite. El asunto es que cuando esa élite es buena, difunde ideas buenas, y cuando es élite mala, difunde ideas malas. Viendo la situación actual, es lógico concluir qué tipo de cosas difundió la élite intelectual boliviana a lo largo de estos años.

Y por si fuera poco, cualquiera puede notar que tanto izquierda como derecha defienden la Constitución masista aprobada a punta de balazos. ¿Ahora resulta que la Constitución a la que antes se oponían nuestros políticos y periodistas antimasistas es la más sagrada del mundo? ¿Realmente merece la pena defender ese documento tan revolucionario?

Sea como fuere, es importante tener cuidado de con quiénes compartimos palestra a la hora de oponernos a los desmanes del MAS. Al fin y al cabo, si izquierda y derecha siguen utilizando el mismo lenguaje y los mismos métodos, la derecha, siempre más débil que la izquierda, va a terminar absorbida por esta y confirmando su inevitable destino: ser una izquierda en cámara lenta.

La solución está en despojarnos de estos esquemas políticos y abrazar la tradición. Debemos estudiar el pasado, aprender de los grandes, tener la humildad de escuchar a quienes fueron más inteligentes que nosotros, y no de escuchar a los brutos que nos dicen que somos libres porque cada 4 años metemos un papelito al ánfora.

Lucas Salvatierra, Círculo Tradicionalista San Juan Bautista.