Acosan a una profesora por discrepar del grupo de presión «LGTB» en la Universidad de Granada

Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada. Commons

Desde el pasado día 17 de noviembre, en la Facultad de Filosofía y Letras de Granada se pueden leer carteles por los pasillos centrales y en las aulas donde se afirma que hay una profesora «tránsfoba» por lo que se pide desde la unión sindical estudiantil «el cese inmediato de la discriminación» que esta docente estaría ejerciendo contra alumnos autodenominados «trans». Dicha unión sindical ha convocado una jornada de huelga el martes 29 de noviembre junto a una manifestación «contra la presencia de una profesora tránsfoba».

Según se relata desde el estudiantado en un comunicado, «llevamos dos años sufriendo que nos traten con pronombres que no son los nuestros, por nombres que tampoco son los nuestros, sufriendo prácticas que nos afectan únicamente a nosotres en nuestra evaluación y, en general, la discriminación por el hecho de ser quienes somos». También añaden que «con esta profesora no es un caso aislado» y que «la realidad es que la transfobia se vive en la Universidad de Granada, en la que diariamente se da voz a profesores tránsfobos o feministas transexcluyentes tanto en clases como en charlas y cursos organizados por la institución».

Desde la unión sindical se pide un protocolo específico contra la transfobia en la UGR, solicitando para ello el apoyo a colectivos de la izquierda de Granada.

La respuesta recibida por parte de la institución ha sido que la Unidad de Igualdad y la Inspección de Servicios están analizando «con toda la seriedad y todo el interés que un asunto de este tipo merece dentro de la Universidad».

En aras de la libertad de expresión, esta profesora está siendo sometida a un trato injusto, condenada de antemano sin derecho a defensa, pues no siendo juzgada por una mala praxis profesional, sino porque se ha entrado en el juego cruel y sucio de hacer pública la forma de pensar de esta docente, siendo sometida a esta imperante demonización ideológica. Aquellos que presumen de libertad de expresión son los primeros que someten a una campaña de odio a quien se está limitando a cumplir con su obligación y deber en el ámbito moral y académico.

El totalitarismo progre de crear un único pensamiento convierte, en muchos casos, en cómplices a los órganos de dirección de facultades y universidades, profesores e incluso alumnos. Que puede que los haya que piensen igual que la víctima, pero se convierten en tímidos colaboradores de la injusticia, que con tal de no ser señalados directamente, incluso llegan a participar públicamente en estas campañas contra la víctima de turno.

¿Por qué se saca de contexto una llamada al sentido común? ¿Será que el objetivo podría ser el deshacerse de una profesora que no se doblega ante el lavado de cerebro propuesto por aquellos que quieren adoctrinar dentro de las comunidades educativas?

No es sorprendente comprobar que vivimos en una sociedad sin sentido, fruto del desprecio de nuestra tradición católica, donde lo malo se quiere normalizar y lo bueno se considera malo en el mismo instante en el que la cultura se va degradando al ritmo irracional del mundo. Tradición que es nuestra, que nos ha procurado siempre el bien común.

Pero es más paradójico aún que esta situación suceda en una facultad de Filosofía y Letras, donde se presupone que la Filosofía debería ser la sierva de la Teología y las Letras deberían organizar el correcto y ordenado uso del lenguaje sin admitir manipulación alguna ajena al verdadero ámbito de lo que las Letras engloban. Primero se subvierte el orden de las disciplinas para así degenerar su contenido, su propósito real y la eficacia de cada parte, y como consecuencia de esto, se anula el criterio propio y se somete a la esclavitud de la opinión de masas.

¿Qué será lo siguiente? ¿Negar que el cielo es azul o la hierba es verde?

Carmen Alonso, Margaritas Hispánicas