Anacleto González Flores fue un mártir de la Cristiada, persecución religiosa que se desarrolló en México durante los años 1926 a 1929. Anacleto era un joven idealista e impulsor de juventudes católicas, que había estudiado en el seminario y al no tener vocación siguió la carrera de la abogacía, con la que se fortificó para ser un maestro de cátedra ardiente en la defensa de los derechos de Cristo Rey. Fue beatificado por el papa Benedicto XVI en el 2005.
Las tierras de los Altos de Jalisco, cuna de grandes hombres católicos y defensores de la fe vieron nacer el 13 de julio de 1888 al futuro mártir. Su tierra natal Tepatitlán, vio pasar su infancia hasta que se fue a Guadalajara a seguir estudios como un importante intelectual católico de la época. Anacleto, formó parte de la Asociación Nacional de la Juventud Mexicana, (ACJM) siendo uno de los miembros más entusiastas en defender la doctrina católica en las causas sociales. El maestro tuvo la vocación de escritor y hasta la fecha sus libros se siguen vendiendo en algunas librerías católicas: Tú serás Rey, El plebiscito de los mártires, La cuestión religiosa en Jalisco, Ensayos-discursos y Estudio filosófico-histórico. Sus obras son reflejo de una oratoria punzante y especialmente son reflejo del gran amor que sentía por Nuestro Señor Jesucristo y su reinado que, el joven maestro, a toda costa quería restaurar.
José Anacleto como se llamaba por su nombre de pila, nació dentro de una familia pobre, hijo de Valentín González y de María Flores quienes conocían a un sacerdote católico que, al ver la inteligencia de su hijo, los anima a que lo encaminen por la vocación del sacerdocio, y es entonces, cuando Anacleto entra al Seminario Menor, pero al no tener vocación, ingresa a estudiar Leyes en la Escuela Libre de Derecho en la ciudad de Guadalajara, Jalisco llegando a recibirse como abogado. Más tarde se casa con una humilde joven y tienen dos hijos.
El alma apostólica de Anacleto lo impulsaba a asistir a misa todos los días, a dar catecismo y a visitar a los presos. Cuando comienza la persecución religiosa en México, el joven abogado, desde su Asociación Católica de la Juventud, escribía en una revista llamada La Palabra, desde donde criticaba la postura anticlerical de la Constitución de 1917, pero sin duda uno de sus principales logros para la Gloria de Dios fue haber fundado la Unión Popular, que fue una organización de católicos para resistir la persecución de la Iglesia. En enero de 1927, México toma las armas contra el gobierno de Plutarco Elías Calles, perseguidor sanguinario de la Iglesia y Anacleto González no toma las armas, pero enardece con sus arengas a los católicos para que apoyen a los cristeros con armas, dinero, alimentos, ropa, etc., además de escribir muchos panfletos en defensa de la causa y organizar su distribución.
El martirio de Anacleto inicia cuando está huyendo de la autoridad y se encuentra escondido en la casa de la familia Vargas, en pleno centro de Guadalajara, donde dos hijos de la familia, Jorge y Ramón Vargas son sus correligionarios y deciden esconderlo para evitar que lo apresen las hordas del presidente Calles. Ambos hermanos, están activos en la ACJM donde el maestro «Cleto» es líder. En la madrugada del 1 de abril de 1927, la policía está merodeando la casa de la familia Vargas y gritando: «Abran las puertas en nombre de la ley»» Finalmente se introducen en la vivienda, encuentran a Anacleto en su escondite y junto con él se llevan a los dos hijos de la familia, Jorge y Ramón. Los encarcelan en el cuartel Colorado y es ahí donde la soldadesca intenta obtener información del movimiento cristero, pero Anacleto permanece en silencio, no quiere revelar nada. Es así como el beato es torturado colgándolo de sus pulgares hasta que estos se dislocan por el peso. Al seguir sin abrir la boca, le cortan con suma crueldad las plantas de sus pies. Anacleto sigue imperturbablemente callado. Después le desencajan un brazo, pero el mártir nunca menciona nada.
Quien ordenaba las torturas era el general Ferreira, jefe de las operaciones de Jalisco; antes de ser ejecutado, Anacleto le dice: «Perdono a usted de corazón, muy pronto nos veremos ante el tribunal divino, el mismo juez que me va a juzgar, será su juez, entonces tendrá usted en mí a un intercesor con Dios». Antes de ser acribillado la voz vibrante de Anacleto González, mártir para la eternidad lanza esta frase: «¡Oigan este grito las Américas, yo muero, pero Dios no muere! ¡Viva Cristo Rey!»
Gran mártir mexicano que vivió con la congruencia de un verdadero cristiano, en su pensamiento, su diario vivir combativo, su gran ideal y su ejemplar liderazgo.
Como dato curioso, la personalidad de Anacleto y su martirio se ven reflejados en una película llamada «Greater Glory» en Estados Unidos y donde el papel del abogado es representado por el actor Eduardo Verástegui, en español se ha traducido como «La Cristiada».
Teresita del Niño Jesús Trujillo de Magaña, Círculo de Lectura «Tradición»
Deje el primer comentario