Hace unos días un dicasterio de la Santa Sede ha publicado una declaración para rechazar la «doctrina del Descubrimiento» en el sentido de que su contenido no forma parte de la enseñanza de la Iglesia. El organismo de la curia romana cita a tal efecto diversos documentos papales, como las bulas Dum Diversas (1452), Romanus Pontifex (1455) e Inter Cætera (1493).
Las dos primeras las otorgó el Papa Nicolás V al rey de Portugal, en un contexto de respuesta a la amenaza sarracena.
El papa Alejandro VI dictó la bula Inter Cætera (1493) en favor de los reyes Fernando II de Aragón e Isabel de Castilla. En este documento, el Papa en cuanto supremo Pontífice y máxima autoridad de la Cristiandad, impone al reino de Castilla una obligación grave, simultánea a la concesión del comercio en exclusiva en las tierras «halladas y por hallar» cien leguas al Oeste de las islas Azores y Cabo Verde (límite modificado en 1494 a 370 leguas). Alejandro VI fue muy claro al respecto: «os mandamos en virtud de santa obediencia que, haciendo todas las debidas diligencias del caso, destinéis a dichas tierras e islas varones probos y temerosos de Dios, peritos y expertos para instruir en la fe católica e imbuir en las buenas costumbres a sus pobladores y habitantes».
Aparte de cuestiones de política coyuntural que se encuentren en el texto de Inter Cætera, esa orden pontificia mencionada en el párrafo anterior es concreción histórica del imperativo divino «id a todo el mundo y anunciad la buena nueva a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se niegue a creer se condenará». (San Marcos XVI, 15-16).
En consecuencia, la bula Inter Cætera sí expresa la fe católica, mientras que el documento curial más bien es concreción de esas palabras que el papa Francisco expuso en una entrevista: el proselitismo es una solemne tontería, no tiene sentido. En esta línea, el dicasterio para la Cultura y Educación afirma que «la Iglesia católica se esfuerza por promover la fraternidad universal». A la vista del texto, resulta además chocante que los curiales critiquen una supuesta manipulación política de Inter Cætera, cuando su escrito recién publicado no escapa a influencias ideológicas de la leyenda negra y modernistas, entre otras.
Esta última declaración vaticana incluye también una nueva petición de perdón de la Iglesia, siguiendo la senda inaugurada por Juan Pablo II. Este pedido de perdón ―en abstracto y sin concreción― funciona como un mantra que pretende dotar de bondad a un documento en el que trasluce algo de ignorancia y mucha ideología al insinuar que Castilla fue una potencia colonial en el siglo XVI.
También varios días atrás, en un contexto diferente, al referirse a la Misa Tradicional el cardenal Roche dijo «que el rito cambia porque la teología ha cambiado». Los documentos vaticanos y declaraciones de algunos miembros de la jerarquía de la Iglesia pretenden estar a la moda para evolucionar. De esa manera, pareciera que la verdad católica no es eterna, cuando lo que sucede es que sus modas no son católicas.
Padre José Ramón García Gallardo, Consiliario de las Juventudes Tradicionalistas
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