El Barroco hispánico, continuador de la Cristiandad – crónica de la octava reunión en Valencia

Tras la intervención hubo un breve turno de coloquio profundizando en aquellos elementos singulares de la continuidad de la Tradición en las Españas

Como es costumbre desde hace ya más de un año y medio, el pasado domingo 21 de abril el Círculo Cultural Alberto Ruiz de Galarreta se reunió por octava ocasión en este segundo curso de formación política, que ya se encamina hacia sus sesiones conclusivas.

El acto comenzó con unas breves palabras, de sencillo homenaje y sentida gratitud, y con una oración por el alma del leal D. Luis Infante, cuyo recuerdo está especialmente vivo entre los miembros del Círculo que tuvimos el honor de conocerle personalmente, lucrándonos de su orientación práctica y del apoyo generoso que en todo momento nos brindó. Especialmente desde la Agencia FARO y sus despachos, difundiendo eficazmente todas y cada una de nuestras iniciativas, artículos y actividades. Acto seguido, se rogó al Espíritu Santo ayuda en nuestro estudio.

La ponencia, a cargo de nuestro correligionario Alejandro, tenía como título Claves para entender el Barroco hispánico. El tema abordado era amplísimo y admitía innúmeros enfoques; no obstante, se optó por una perspectiva sintética, en la que, más que centrarse en cuestiones técnicas o complejas, se buscó esbozar el sustrato que cimentó la Civilización del Barroco en España. Por tanto, se enfatizó la continuidad de la Cristiandad en las Españas, que corresponde con el paso de la Christianitas maior a la Christianitas minor, según el feliz esquema trazado por el maestro Francisco Elías de Tejada.

Lo que hoy vislumbramos del Barroco, fundamentalmente a través su arte, no son más que los destellos que aquella inmensa civilización nos dejó. Por tanto, en la conferencia se comenzó por la caracterización de dicha civilización en las Españas y se culminó con algunas consideraciones sobre el arte Barroco. Tal y como se dijo:

«Una de las principales tesis que intentaremos demostrar es que la Civilización del Barroco surge como un doble movimiento: por un lado, de continuidad, de Tradición, de pervivencia y fidelidad a la Cristiandad en sus fundamentos más íntimos; y, por otro lado, de respuesta, síntesis y renovación ante los retos presentados por los enemigos de la Cristiandad. El arte Barroco es la expresión contingente de esta civilización».

El enfoque siguió en buena medida, aunque adaptado a las circunstancias de una ponencia, lo expuesto en la maravillosa obra coral Barroco e Hispanidad publicada en Dykinson (2022) bajo la dirección del profesor Miguel Ayuso. En esta crónica seremos más breves de lo habitual, dado que tenemos previsto publicar el texto íntegro de la conferencia en varias entregas sucesivas. De modo que, a continuación, mencionaremos brevemente los contenidos de la ponencia, que se estructuró en cinco bloques.

Se comenzó con una introducción a la problemática, destacando las carencias que tienen los enfoques academicistas de aquellos que han perdido el sentido de lo sacro para ver más allá de lo puramente formal. A continuación, se esbozó en qué consistió la Cristiandad medieval siguiendo a Federico Wilhelmsen, quien, en su libro El problema de Occidente y los cristianos menciona tres características fundamentales que la definen: 1) se trataba de una sociedad orgánica jerarquizada y regida por el principio de subsidiariedad bajo una monarquía tradicional; 2) se afirmaba que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, dotado de voluntad y razón; 3) se concebía al mundo como sacralizado por la Gracia, de modo que se veía a Dios en todo. Además, en el caso concreto de España, se destacó la acentuación de tres elementos particulares, a saber, la unidad católica no quebrada; el espíritu misional de reconquista; y la pervivencia del ideal caballeresco en la hidalguía hispana.

Tras perfilar qué fue la Cristiandad medieval y su concreción en España, se explicaron las quiebras que la Christianitas maior sufrió. Primero, la revolución antropológica de cierto Renacimiento, luego, las cinco rupturas que menciona Elías de Tejada, que tan didácticas son para una mejor comprensión del periodo. Sin embargo, en una parte del suroeste del continente europeo, surge una firme respuesta a los desafíos… España consiguió afirmar lo mejor de Cristiandad medieval para dar respuesta a las nuevas realidades de un mundo distinto, poniendo al servicio de la fe todos los instrumentos de una nación que estaba bien pertrechada para el combate. La respuesta se dio en todos los frentes, en lo espiritual, en lo intelectual y en la realidad práctica: mística y teología, derecho natural y personas concretas de la época. Todos lanza en ristre. Esto se vio a través de casos concretos como el Santa Teresa, Carlos I y el de la Segunda Escolástica.

En un último bloque se caracterizó lo que es propiamente el Barroco desde un punto de vista teórico y recogiendo elementos anteriormente mencionados. Se comenzó exponiendo los errores en los que caen algunos autores típicamente citados y cuyas tesis, con mayor o menor acierto, resultan, a la postre, veneno. Todas comparten un elemento común, y es la carencia de sentido católico de lo sacro. Finalmente, se concluyó definiendo el Barroco; difícil de comprender a nuestros ojos de hombres de mirada horizontal, superficial y fría en un mundo laicizado, pues, el hombre del barroco, en palabras de Bravo Lira,

«mira al mundo como un teatro, a la vida como un espectáculo y a los hombres como actores. Entre el nacer y el morir, cada cual representa, ante Dios y ante los demás, un papel que, como él mismo, es único e irrepetible. O sea, lo que cuenta son los hombres concretos, las personas, más aún, el personaje que es cada uno y el modo en como cumple su papel (sea grande o pequeño) en este gran teatro de la historia. De ahí el sentido barroco de la temporalidad de la vida, de la dignidad de las personas, y de la fiesta, hito que jalona el diario vivir».

Tras la intervención hubo un breve turno de coloquio profundizando en aquellos elementos singulares de la continuidad de la Tradición en las Españas. Con una oración final se puso el broche al encuentro.

Círculo Cultural Alberto Ruiz de Galarreta

Deje el primer comentario

Dejar una respuesta