El dinero como herramienta revolucionaria

El cambista y su esposa", de Quentin Metsys, 1514

Quizás nos quedaríamos cortos si dijéramos que el noventa y nueve por ciento de las decisiones de la mayoría de la población de cualquier Estado occidental están condicionadas (por no decir determinadas) por un elemento especial e indispensable para la vida social al que llamamos dinero.

Resulta sorprendente que algo que se ha convertido, a lo largo de nuestra época contemporánea, en factor casi decisivo en la vida de las personas, haya sido rodeado con una especie de velo (como si fuera, en cierto modo, un tema tabú) que impida un correcto y minucioso análisis del mismo en correspondencia con su enorme importancia social.

Ciertamente ha habido una enorme cantidad de analistas que han tocado en sus tratados el asunto del dinero, pero de una manera tan vaga y general que no nos permite comprender la forma concreta cómo ha sido manejado de tal suerte que se convirtiera en el principal instrumento al servicio del avance de la agenda de los revolucionarios.

No negamos el enorme influjo que las multinacionales y el Estado pueden ejercer en las sociedades a través del enorme poder financiero del que disfrutan. Pero creemos que todo verdadero análisis que trate de descubrir el origen último de los verdaderos controladores del dinero, ha de fijar su atención hacia las corporaciones bancarias que, no sólo tienen la simple capacidad de acumular dinero, sino de crearlo y destruirlo a su voluntad.

Nos hemos familiarizado tanto con las condiciones sociales (o mejor habría que decir disociales) intencionalmente provocadas y favorecidas en los Estados occidentales por la política fomentada por los controladores de la creación y destrucción del dinero, que ya incluso a muchos nos parecen casi «naturales». Por supuesto, los mismos financieros que dirigen esa política monetaria, se han encargado de crear cátedras y escuelas en donde se forjen las nuevas generaciones de economistas que vengan a confirmar con sus trabajos intelectuales el carácter «natural» de esas condiciones disociales artificialmente provocadas.

¿Quién no conoce hoy en día la famosa definición de la nueva ciencia económica, como «administración de los recursos escasos»? Esto supone la deliberada puesta en circulación en la sociedad por los financieros de una determinada cantidad escasa de dinero, que implica una lucha continua entre la población por hacerse con la mayor parte o porción posible de esa cantidad limitada o fijada de dinero a costa de los demás. Los economistas «ortodoxos» vienen después a afirmar que esto no es más que una aplicación al mundo social del falso darwinismo del mundo natural (hoy día lo llaman eufemísticamente juego de suma cero).

Una vez que se ha conseguido hacer del dinero el elemento necesario e indispensable para la vida personal y social de una población, aquéllos que controlen su creación y destrucción pasan a convertirse en los verdaderos dueños y amos de la comunidad política.

Como señalaba el Mayor Douglas: «si uno puede controlar la economía, puede hacer que el cometido de ganarse la vida permanezca siempre como el factor dominante de la existencia, y de esta forma mantener uno el control de la política; ni más ni menos».

Ante estas gravísimas críticas, alguien podría sentirse tentado de abominar del dinero y defender una sociedad que lo eliminara por completo. Pero el problema no está en el dinero en sí mismo, que es un instrumento neutral, sino en la forma en que ha sido manipulado por aquéllos que han venido manejándolo hasta ahora en su propio interés, no habiendo ningún impedimento para su reutilización como herramienta al servicio del bien común de la comunidad en un régimen de Cristiandad.

Félix M.ª Martín Antoniano, Círculo Tradicionalista General Carlos Calderón de Granada.