De Bernard Shaw a Gustavo Petro

Gustavo Petro. AFP

Junto a Joyce, Bernard Shaw sea quizás la figura cultural por excelencia de la Irlanda del siglo XX, y sin duda una de las principales del mundo anglosajón. Pero a diferencia del primero, las formas artísticas de Shaw, llenas de humor y cierta sencillez  —o falta de pretensión—, lo hicieron entrañable al gran público, durante ese período del siglo pasado en que el mass media propagaba generosamente la alta cultura a las clases medias. Extraordinarias películas como My Fair Lady, adaptación del Pigmalión de Shaw a la pantalla grande, dan buena cuenta de esa época en que Hollywood tenía otros valores éticos y estéticos. 

Justo después de la Gran Guerra, Bernard Shaw publicó una serie de obras que tituló «De vuelta a Matusalén» (Back to Methuselah). El escenario de uno de estas plays es el paraíso del Edén y los protagonistas no son otros que Adán, Eva y la Serpiente. Shaw, que no era cristiano y siempre coqueteó más o menos intensamente con el socialismo, escribió un libreto que cuida con delicadeza la causa de la Serpiente. En aquél diálogo apócrifo entre el Príncipe de las tinieblas y la curiosa Eva, el primero la increpa: «Tú ves las cosas y te preguntas ¿por qué?, pero yo sueño cosas que jamás han sido y me pregunto ¿por qué no?». You see things; and you say “Why?” But I dream things that never were; and I say “Why not?”»)

La frase no tardó en sintetizar el anhelo político de una generación que tras dos guerras mundiales y un mundo dividido entre liberales y comunistas quedó irremediablemente condenada al materialismo más antropocéntrico. En 1963, J.F. Kennedy la incorporó a uno de sus memorables discursos cuando dijo: «Algunos hombres ven las cosas como son, y se preguntan ¿por qué?; yo sueño con cosas que nunca han sido y digo, ¿por qué no?». («Some men see things as they are and say, why; I dream things that never were and say, why not.»)

Pero la frase no sólo resume el anhelo liberal democrático de Kennedy; también se aplica a las utopías socialistas que hoy triunfan en Hispanoamérica. «¡Seréis como dioses!» es el paradigma político contemporáneo que grita Boric en Chile o Maduro en Venezuela. El mensaje de Gustavo Petro, quién cabalga sobre los hombros de clases medias urbanas (pues no es la periferia rural, ni el proletariado obrero el que elegirá a Petro, sino millones de jóvenes relativamente acomodados y sin religión, adoctrinados por el reggaetón, la pornografía y FECODE) tiene como fondo la seductora propuesta que Shaw puso en la bífida lengua de la Serpiente: «seréis como dioses», «solve et coagula». La rebelión contra el orden natural establecido y el empeño soberbio en sustituirlo por uno apenas soñado y nunca antes visto. 

Santiago Quijano, Círculo Tradicionalista de Santa Fe