Setenta años de la Revolución del 52 (y IV)

Milicias del MNR. Telesur

Para leer la tercera parte de este análisis, haga clic aquí.

La Revolución del 9 de abril en Bolivia tuvo consecuencias que incomodan al relato hegemónico de la izquierda, tan historicista y materialista. El Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) constituyó un gobierno con frecuentes pugnas internas, al punto que los perpetradores se acusaban unos a otros de ser cómplices de «la derecha» o de «la oligarquía».

Autores izquierdistas critican al MNR por no haber sido lo suficientemente revolucionario, mientras que los derechistas lo acusan de haber sido demasiado revolucionario. Nosotros consideramos como perjudicial el solo hecho de que el MNR haya sido revolucionario: ni mucho ni poco, sino tal cual a secas. La Revolución se rebela contra el orden del ser, y no creemos que ninguna Revolución como tal sea favorable al Reinado de Cristo.

A pesar de todo, no negamos la validez de los análisis que ya se hayan hecho hasta el momento, provenientes de autores que algo de razón han de tener a pesar de sus errores. Puede ser muy fructífero depurar a los heterodoxos para revelar información clave que nos ayude a ver las cosas como son.

Andrey Schelchkov detalla con gran precisión los desacuerdos dentro del MNR y el terror campesino en su brillante artículo Fase y desfase de la revolución nacional. Luis Antezana Ergueta produjo una serie de varios tomos titulada Historia secreta del MNR, colección difícil de obtener y que puede albergar datos reveladores acerca de estos acontecimientos.

Por otro lado, José Gamarra Zorrilla —a pesar de su sesgo falangista— describe cómo los bolivianos resistían al totalitarismo del MNR en su libro Óscar Únzaga de la Vega: semblanza del hombre y de su partido. Carlos Mesa no disimula —gracias a su eclectismo— a la hora de señalar las falencias de las medidas más importantes del MNR en el libro Historia de Bolivia.

El emenerrismo ha dejado una triste huella en la historia de Bolivia durante la segunda mitad del siglo XX, participando activamente del proceso político en cada década. Una vez agotado su proyecto político, surgió otro partido para alterar a las masas: los azules reemplazaron a los rosados. Lo que el MNR dejó inconcluso en 1964 lo continuó el Movimiento Al Socialismo (MAS) en 2006.

Mientras que el MNR intentó aplicar indigenismo de Franz Tamayo, el MAS hizo lo propio con el indianismo de Fausto Reinaga. Ambos partidos, además, contribuyeron a profundizar la ya existente corrupción y a maximizar el reinado del narcotráfico.

Un tema crucial y cuya ausencia en las fuentes nos preocupa es el rol de la Iglesia Católica en el proceso revolucionario de 1952. Parece no existir suficientes menciones a qué hicieron los católicos, tanto sacerdotes y monjas como laicos, para detener o apoyar las políticas del MNR. Dejamos esto como tarea pendiente para futuros investigadores que deseen combatir a la historiografía secularizante que quiere borrar del mapa a la religión.

Desde ya, creemos importante tomar como punto de partida para esto el estudio de las reivindicaciones indígenas acerca de la propiedad de la tierra antes de la penetración marxista en la mentalidad del gentío. Es un hecho —no suficientemente conocido quizá— que los nativos apelaban a los títulos cedidos por la corona española para reclamar al Estado liberal la usurpación de sus tierras. Particularmente, sale a relucir el nombre de Eduardo Nina Quispe, un importante líder aymara.

Con estos dos subtemas para indagar, el rol de los católicos de un lado y el de los indígenas sin marxismo del otro, es posible elaborar un análisis más ortodoxo y satisfactorio a este nefasto hecho conocido como la Revolución del 52. Dejamos abierta la línea para que, quienes quieran asumir esta heroica tarea, contribuyan a la historiografía católica y boliviana con sus grandes talentos de investigación.

E. Zúñiga, Círculo Tradicionalista San Juan Bautista.